MILENIO

Lo nuestro

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hoy celebrará la Junta consejo de Gobierno extraordinario para que el proyecto de reforma estatutaria entre en tiempo y forma en la Cámara con el fin de que la criatura pueda afrontar las dos grandes y definitivas pruebas que le aguardan antes de regir legalmente las relaciones del universo andaluz: las tres quintas partes de los votos de los diputados autonómicos, asegurados ya merced al pacto entre socialistas y coaligados de IU-CA, y, por último, la aceptación mayoritaria del pueblo andaluz en plebiscito.

Un plebiscito, por cierto, con ciertos riesgos. Que cuente con una participación más que aceptable del censo andaluz; es decir, que aunque la Junta lograse una mayoría en la consulta, ésta quedaría virtualmente desautorizada si el número de votantes fuera irrisorio, una circunstancia no descartable habida de la enconada postura enfrentada entre los dos grandes partidos andaluces, socialistas y populares, o, bien, que la consulta se celebrase después de las elecciones locales del próximo año. Si así fuera, el Gobierno andaluz tendría que afrontar una profunda decepción que tendría posiblemente su reflejo en las siguientes elecciones autonómicas. Así es, a veces, de compleja y circunstancial la vida política.

De momento, Valderas (IU-CA) vuelve a anunciar que lo acordado entre su coalición política y el PSOE es «intocable». Tan rotunda afirmación se sustenta en la legitimidad del pacto citado y, por supuesto, en los intereses (también legítimos) de la organización que lidera Diego Valderas. La pregunta es inevitable: ¿Estaría el PP de guadianesco Javier Arenas a apoyar el «sí» en el referéndum y, sobre todo, a sumarse activa y finalmente al debate parlamentario sobre el proyecto de reforma pactado entre socialistas e izquierdistas. Ayer mismo el líder del PP andaluz afirmaba que un proyecto de estatuto apoyado únicamente por los dos partidos de izquierdas era un disparate. Seguro que sí, pero un disparate que ha encontrado calor y alimento en la renuncia de los populares por estar activamente en el proceso negociador. Cómo se complican algunos sus posiciones políticas. En fin, lo nuestro es ver, oír y votar, si se tercia.