Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizActualidad
Editorial

El 'zar' Putin

Actualizado:

Hoy miércoles llega a Madrid el presidente de la Federación Rusa. Vladímir Putin realiza esta visita de Estado en un claro gesto destinado a enfatizar la voluntad de ambos países por elevar unas relaciones económicas y comerciales que no se corresponden con el potencial de ambos países.

La conducta de Putin ha provocado en Occidente desde su llegada al poder controversia y algo más que reticencias por su escaso entusiasmo hacia las reglas de una democracia genuina, aunque él mismo haya sido un presidente elegido. Basta recordar su implacable gestión del conflicto en Chechenia o del asunto de la petrolera Yukos y su presidente Mijail Jodorkovski, encarcelado en Siberia, para comprender el escepticismo que muchos Gobiernos de la UE sienten hacia el nuevo zar de Rusia. Pero en este peculiar proceso que los científicos sociales llaman «modernización autoritaria», hay ciertas luces que sirven para enlucir la fachada del gran edificio que Putin está construyendo: el PIB crece cerca de un 10% anualmente, nunca ha habido más reservas de divisas ni la inversión pública ha sido más intensa; el dinero extranjero afluye sin cesar, animado por un código de inversiones francamente mejorable, pero suficiente, y la Bolsa de Moscú es ya una referencia insoslayable en el panorama financiero; fusta para los enemigos políticos pero enfundada dentro de unas instituciones de tenue barniz democrático y una efervescencia consumista que hace olvidar a sus ciudadanos ciertas disfunciones.

En este contexto, Madrid no mantiene una posición muy diferente del resto de los socios comunitarios, a excepción de aquellos que vivieron en su momento al otro lado del Telón de Acero. Sin suscitar ningún entusiasmo el autoritarismo de Putin, se aprecia el éxito económico conseguido por su Ejecutivo. El Gobierno socialista se limita a tener en cuenta estos hechos y hacer lo necesario para ser un interlocutor político y un importante socio comercial. La cuestión ahora es dilucidar si esta política terminará rindiendo los frutos que en términos estratégicos busca: ir integrando en Europa a un Estado geográficamente euroasiático cuyo perfeccionamiento democrático interesa sobremanera a Europa como factor de estabilidad. O si simplemente facilitará el advenimiento de otro régimen autoritario dispuesto a utilizar la llave energética contra Europa cuando lo crea conveniente.