Brutal ira fugaz
Actualizado: GuardarLa cólera del Islam o, dicho más objetivamente, los episodios coléricos en algunos sociedades islámicas contra símbolos de Occidente se han debido a una espontaneidad excitada/dirigida por las autoridades y, en algún caso, por las terminales de influencia que un país como Siria mantiene en el Líbano, donde el Gobierno ya ha pedido perdón a Dinamarca por el incendio de su embajada en Beirut.
Ante la iracundia brutalmente agresiva que han producido unas caricaturas danesas de Mahoma en países de confesión coránica, Europa ha reaccionado de la forma menos adecuada a la situación: racionalmente. El juego entre el fundamentalismo/integrismo religioso y la libertad de expresión ha aparecido en todos los análisis y declaraciones europeos, sin que durante todo el fin de semana, y ante la serie de ataques a representaciones diplomáticas occidentales, a la sorpresa por la magnitud de la cólera acompañara el diagnóstico de que esa efervescencia emocional iba a ser tan fugaz como un sentimiento desmedido.
Se trata de dejar pasar el tiempo, muy poco tiempo, hasta que la serenidad y el silencio sucedan a la onda expansiva de la furia y el ruido. Ha podido comprobarse en tres días cómo arden los rastrojos islámicos cuando se inflama su susceptibilidad religiosa, y va a comprobarse también la rapidez con que se apaga ese fuego. Pero intentar comprenderlo mediante esquemas racionalistas, con su dosis incorporada de escepticismo, sería como instalar a Descartes en la ambigüedad caótica del Islam, caótica para nosotros, se entiende.
Muchos antecedentes han aconsejado a las embajadas europeas la adopción de las medidas de protección que en sus circunstancias sean posibles, y aunque España no ha recibido la menor amenaza, ni sus representaciones en el extranjero, el ministro del ramo, Miguel Ángel Moratinos, ha enviado los pertinentes mensajes para que todas las oficinas diplomáticos extremen las precauciones, sin dramatismos.
Algo a favor de la unidad europea revelarían los ataques sufridos por varias oficinas de la UE. El hecho de que Europa hable con una sola voz en el llamado cuarteto que alienta una solución al conflicto palestino/israelí, más la reticencia inicial de Bruselas a entregar las ayudas comprometidas con la OLP, tras la arrolladora victoria electoral de Hamas, han servido de estímulo para que unos jóvenes palestinos hayan compartido en la franja de Gaza la furia de otros jóvenes islámicos de Yakarta, Afganistán, Irán, Líbano...
La UE, como todos los analistas occidentales, reiteró ayer que el malestar por unas caricaturas de Mahoma no pueden justificar de ninguna manera actos de violencia como los perpetrados durante el fin de semana. Y hasta la embajada en Teherán de Austria, que preside este semestre la UE, fue acribillada ayer a pedradas y con artefactos incendiarios por unos centenares de jóvenes iraníes. La Policía actuó a tiempo de evitar un incendio como el de la embajadas danesa en Beirut.
Pasan las horas, y la ira islamista se va aplacando o, al menos, vuelve al almacén de sentimientos negativos que separan de Occidente a muchos sectores del Islam. Y Europa se reafirmará en su racionalismo, que sólo es una manera de contemplar al mundo.