Deficiente despegue
Actualizado: GuardarEntre llamadas a la paciencia y peticiones de confianza en una mejora gradual, tanto la ministra de Fomento como los directivos de la compañía Iberia, principal inquilina de la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas, han dedicado las 48 horas siguientes a la inauguración de esas instalaciones a calmar la indignación de unos usuarios que encontraron caos donde esperaban eficiencia y modernidad. No cabe duda de que por lógica organizativa, el llamado Gran Barajas, inaugurado el sábado por el presidente del Gobierno, tenderá a funcionar correctamente. Pero eso no compensa de los daños y perjuicios ya ocasionados, principalmente sobre los usuarios de las flamantes instalaciones, ni tampoco de la mala imagen internacional que se ha proyectado de España y de un aeropuerto en su capital llamado a ser puerto de enlace entre Europa e Iberoamérica.
De unas instalaciones presentadas como la mayor obra civil aeroportuaria europea, acordada en 1992, con un coste de 6.200 millones de euros, se podría esperar algún error puntual; no lo que aconteció en su inauguración. Es inadmisible que el día de su estreno se produjesen fallos que comenzaron en el sistema de acceso a la terminal y llegaran hasta las mismas escaleras mecánicas, ascensores y lavabos, pasando por cortes eléctricos, errores en la gestión de los equipajes y caída de sistemas informáticos. Se entiende la complejidad que encierra el correcto funcionamiento de una terminal de esas dimensiones y con sofisticados servicios, pero de ahí a lo ocurrido media un abismo; que en absoluto ha sido aclarado por la ausencia total de explicaciones coherentes de los responsables. A no ser que resulte imposible justificar la absoluta imprevisión vivida en la inauguración de una obra iniciada en 2001 y que, precisamente, había visto retrasada un año su apertura al público para evitar lo que ocurrió. Si con la T-4 se pretende que la capital de España disponga de una ciudad aeroportuaria, en el Ministerio de Fomento, en Aena, en Iberia, o en los tres sitios a la vez, se deberían revisar con carácter de urgencia los criterios de control de la eficiencia que se han manejado en tan lamentables primeros pasos. Reconocer que el arranque ha sido realmente pésimo sería un buen primer paso para recuperar la calidad de servicio que un aeropuerto como el de Barajas está obligado a suministrar a sus clientes.