Pacifismo nórdico
El pueblo danés apuesta por una solución dialogada
Actualizado: Guardar«Lo malo es que han seguido las manifestaciones contra nosotros, pero lo bueno es que al menos hoy no nos han quemado ninguna embajada». El funcionario del ministerio danés de Exteriores contestaba ayer con este tono de resignación a las peticiones de información sobre una crisis que ha puesto abruptamente a este pequeño país nórdico en el mapa.
Ayer, los embajadores de los Veinticinco se reunieron en Bruselas para tratar de buscar caminos conjuntos para parar las protestas a través de la vía diplomática, tal como ha pedido el ejecutivo danés. El viernes, su representante en Bruselas, según fuentes europeas, había sugerido que la UE en su conjunto no entrase abiertamente en la polémica para evitar males mayores.
El sábado por la noche, después de los sucesos de Damasco, ya estaba claro que la crisis estaba desbordándose y por la tarde la presidencia austriaca y el representante de política exterior, Javier Solana, emitieron sus primeros comunicados condenando la violencia contra los intereses europeos, pero sin más referencias al fondo de la crisis, la publicación de las caricaturas de Mahoma.
Hay países que creen que la publicación de los dibujos es censurable mientras que otros anteponen la libertad de expresión y los más se diría que prefieren no entrar en camisa de once varas. Y ésa es la razón que citan varios medios de comunicación nórdicos para explicar el hecho de que la presidencia de la Unión todavía no se haya decidido a convocar una reunión extraordinaria de ministros de Asuntos Exteriores.
Sociedad dividida
En realidad, esta división existe también en la propia sociedad danesa, pacífica y tolerante como pocas, pero también amante de la paz y de la tranquilidad. Pocos quieren entrar en la polémica y hasta el que ha desencadenado toda la tormenta, el redactor-jefe del Jyllands Posten, Flemming Rose, ya no aparece por la redacción situada en pleno centro de Copenhague con el pretexto de que está «enfermo». El domingo por la tarde, un puñado de daneses se manifestaron en el barrio de Norrebro pidiendo «un diálogo pacífico» con los musulmanes para discutir la situación.
Y mientras esos deseos se transforman en realidad, el ministro de Exteriores, Per Stig Moeller, pidió a los daneses que se abstengan de viajar a los 14 países musulmanes considerados como más peligrosos en estos momentos y en los que los turistas originarios de este país podrían ser blanco de ataques.
El señor Hafiz es uno de los que sabe muy bien los problemas que le va a causar esta situación. Por lo pronto, a su agencia de viajes Victoria no paraban de llamar anulando reservas para viajar a países árabes que son su especialidad. De origen paquistaní, este pequeño empresario cree que al final será de los menos afectados, porque la mayoría de los clientes son precisamente miembros de la comunidad musulmana que vive en Dinamarca y que en principio no deben temer por regresar a sus países de origen.