Cultura

«En las fantasías somos omnipotentes»

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El intelectual gaditano, con residencia y consulta psiquiátrica en Córdoba, diferenció ayer los tres ámbitos del ser humano: público, privado e íntimo.

-¿Qué les separa?

-Se tienden a confundir los dos últimos, pero privacidad e intimidad no son sinónimos. La casa es el ejemplo por antonomasia de lo privado, pero lo íntimo es la vida de cada uno consigo mismo. Son los deseos, proyectos, intenciones o fantasías que no salen al exterior.

-¿En qué proporción resulta más rica la vida íntima?

-La vida íntima es tanto más rica cuanto más se fracasa en la pública. Si uno consigue todo lo que se propone tiene menos necesidad de fantasear. Y en las fantasías somos omnipotentes. Hasta puedes asesinar a tu enemigo. Yo he soñado muchas veces que ahorcaba a Franco.

-¿Cuándo es enfermiza una fantasía?

-Cuando pretende llevar a cabo lo irrealizable. No es verosímil que yo, con 83 años, suba el Everest. Pero si fantaseo que me gustaría dar una conferencia en Vitoria... Eso es realizable.

-¿Se puede justificar en algún caso la transgresión de la intimidad o de la privacidad?

-Ni siquiera la lucha contra el terrorismo puede justificar esas transgresiones. Y el control de las comunicaciones para detectar posibles delitos me parece una práctica inquisitorial.

-¿El mayor peligro viene de los gobiernos?

-No necesariamente. Hay gobiernos y gobiernos. El señor Bush está transgrediendo la privacidad cuando, precisamente, la sociedad norteamericana ha sido muy celosa de esto.

-¿Qué le parecen las comunicaciones por internet?

-Sumamente curiosas. Es el fingimiento llevado a la máxima expresión. Aquí no me puedo presentar como obispo, pero en internet sí.