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De currante a mandamás

Juan Pablo y Cristina han tomado las riendas de su futuro con un salto al otro lado, al de la empresa, ayudados por un cheque de 5.000 euros

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Lo suyo no era, o no podía ser, el mundo del peonaje, del currante. Las dificultades para encontrar un trabajo sólo dejan en muchas ocasiones una salida dentro del mercado laboral: emprender una aventura en solitario.

Éste fue el caso de Juan Pablo Vera y Cristina Méndez, una pareja de jóvenes gaditanos que han decidido tomar las riendas de su futuro y han dado el salto al otro lado del despacho para convertirse en empresarios. Su esfuerzo les ha permitido obtener dos de las 16 ayudas que la Diputación Provincial y la Junta de Andalucía han concedido dentro del programa Cádiz Emprende para incentivar el autoempleo y conseguir que la iniciativa juvenil en el sector privado, sobre todo en los nuevos yacimientos de turismo, ocio y servicios de proximidad, reduzca la elevada tasa de paro de la provincia, la más alta de España con un 17,3% de desempleados al término de 2005.

El reconocimiento público les ha permitido iniciar la semana con 5.250 euros más en el bolsillo con los que hacer frente a los múltiples gastos financieros y administrativos que acarrea la puesta en marcha de una empresa. Esta subvención, de la que se han beneficiado 16 jóvenes de cuatro zonas de la provincia -las Bahías de Cádiz y Algeciras, La Janda y Jerez-, ha atraído a un elevado número de solicitantes en sus dos convocatorias, 110 en la primera -en la que concedieron 34- y 57 en la segunda.

Frente a la emigración

El proyecto de Juan Pablo Vera, natural de Puerto Real y de sólo 24 años, tiene nombre propio Elentari Producciones, dedicada a la elaboración de material audiovisual y a prestar infraestructura y servicios a otras empresas. Este recién titulado reconoce que «lo fácil habría sido irse fuera, a Madrid o a Barcelona, pero dadas la posibilidades de Andalucía y el crecimiento de la industria, preferí quedarme aquí y apostar por mi tierra».

Para iniciar su andadura como autónomo, el portorrealeño ha acudido a este programa y en su caso cabría decir que a la segunda fue la vencida, porque también se presentó a la primera convocatoria y no pudo ser seleccionado por carecer de una formación que no pudo permitirse por su participación en el largometraje Los aires difíciles.

La experiencia de la isleña Cristina Méndez podría ser el espejo de muchas otras. A sus 33 años ha montado un gabinete psicológico que pretende cubrir un nicho de mercado descubierto durante trabajos previos por cuenta ajena. «Es un proyecto en el que crees; ves que hay demanda y buscas si ya está creado, y si no, lo creas tú».

Su actividad será la psicoterapia, «para ayudar a superar todos aquellos nudos que no nos permiten seguir creciendo», y la formación en ámbitos como la educación porque ha detectado que «en la red escolar tienen una formación académica, pero no personal; están implicados y son conscientes de que necesitan una formación paralela» para afrontar los muchos conflictos que se suscitan en las aulas.