«Casi todas mis amigas están en el paro»
Maribel tiene 22 años, trabaja desde que cumplió la mayoría de edad y aún sueña con emanciparse
Actualizado:Se llama Maribel Salas y tiene 22 años, de los cuales los últimos cuatro, justo desde que cumplió la mayoría de edad, los ha dedicado a trabajar. Su único objetivo: ganar dinero para ser independiente. De momento, vive con sus padres y sus ganancias le llegan para «poder salir, comprar algo de ropa y poco más».
Su caso es sólo un ejemplo de la paradójica situación en la que viven los jóvenes gaditanos, y, por extensión, los de gran parte de Andalucía y España. Disponen de medios, comodidades y oportunidades que la mayoría de sus padres no se atrevió a imaginar. Sin embargo, pocos pueden presumir de tener los recursos necesarios para emanciparse. «Hay mucho de engaño en todo eso. Es cierto que ahora nadie pasa hambre, pero hay cosas como el alquilar o comprarte una casa que actualmente es imposible y antes sí era posible», resume Maribel.
Su mayor orgullo es no tener que preocupar a sus padres con los gastos e, incluso, les intenta ayudar económicamente dentro de las posibilidades que le proporciona un sueldo que se eleva muy poco por encima de los 600 euros.
Un dinero que gana trabajando en una papelería, situada en pleno casco histórico de San Fernando, todos los días de la semana desde hace tres años. Sólo descansa las tardes de los lunes, viernes, sábados y domingos. Muchas horas y pocos euros es el resumen de su trabajo, pero lo que más le duele es que además debe sentirse como una privilegiada. «Casi todas mis amigas están en el paro. Así que yo no me puedo quejar porque soy afortunada de tener un trabajo en el que gano algo de dinero», asegura.
Una recompensa económica que, ni de lejos, le alcanza para hacer realidad su verdadero sueño: emanciparse de sus padres y vivir por su cuenta. «He echado cuentas muchas veces, pero nunca cuadran. El ladrillo está carísimo. Aunque me fuera de alquiler, tendría que gastarme más de la mitad del sueldo en la casa y luego, alimentarme de pan Bimbo o algo así», explica. Es feliz, pero no confía mucho en el futuro. Cree que es difícil que las cosas cambien «porque los que mandan no tienen voluntad de que eso suceda». Así, prefiere seguir trabajando y esperar a un golpe de fortuna: «Ya me tocará la lotería», confía.