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EN EL ARAMBOL

El arte o el desastre

BEATRIZ REVILLA/
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Parecía indiscutible en estos tiempos modernos, en medio de un debate siempre abierto y cada vez más intenso, que el límite a la libertad de expresión, en cualquiera de sus formas, estaba sólo en el inicio de otros derechos fundamentales como el honor, la intimidad o la igualdad. El derecho a la información acaba donde empieza el daño ajeno, gratuito e injustificado, y la lesión de cuantos valores, cada vez menos, permiten una cierta convivencia en el planeta.

Pero lo que parecía un axioma compartido, aunque no comprometido, por la inmensa mayoría, se ha truncado abruptamente en los últimos días a raíz de una caricaturización publicada en el periódico danés Jyllands Posten y posteriormente reproducida en el noruego El Magazinet y en el francés France Soir.

La oleada de atentados contra las embajadas de estos países no ha hecho más que poner de manifiesto el absurdo del fundamentalismo, la ignorancia que arrastra el fanatismo ciego e insensato y, en resumidas cuentas, el egoísmo de quienes atacan con el machete de la religión, la pira del monoteísmo único y prepotente, la lectura sesgada e interesada de los valores sagrados... Y el Vaticano se suma a la represión, y yo bajo la cabeza porque me cansa mirar tanto al cielo...

Desproporcionada interpretación de una obra, una caricatura que, como su propia definición indica, entra en el género del humor, satírico, pero humor, como el amarillo, o el verde o el negro, según los gustos, pero humor.

Pero Hamas está ahí y el mundo contiene la respiración ante la dictadura musulmana más radical en los últimos tiempos. Y hasta un país tan laico como Noruega parece que ahora debe plegarse para pedir perdón a la doctrina absolutista que cunde en Oriente Medio.

Y los periodistas atarse los machos y encomendarse a Ansón, gran gurú de los montajes y la ilustración, para permitirse licencias artísticas o literarias que puedan herir sensibilidades. De fondo, el telón de acero entre Occidente y Oriente es cada vez más sólido por el empecinamiento de unos en imponer su ley en territorio ocupado y de otros por tener por únicas respuestas el fuego y la violencia.