OPINIÓN

No soy el protagonista del partido

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No quiero parecer un forofo recalcitrante ni que estoy escribiendo esta columna con la camiseta del Cádiz puesta, pero para mí ayer, nos quitaron la victoria por la misma cara.

Independientemente que Medina le diese o no con la mano (que, por otra parte, estoy convencido de que el gol es legal, no con la mano), se pueden anular goles de manera injusta, pero lo de ayer en El Madrigal, clama al cielo. Se marca, se da el gol, se celebra y lo más curioso y mosqueante: el árbitro asistente se dirige al centro del campo dando validez al tanto cadista. Pero de buenas a primera se lo piensa mejor (hay quien dice que le comentan algo desde la banda), y en ese preciso momento se para y anula el gol marcado por Medina.

Donde dije digo, digo Diego. Y ya está, a casita que llueve y a otra cosa mariposa. Errar es de humanos, pero si cambia la decisión tomada instantes antes, me da qué pensar. Y es que al señorito del banderín y la permanente se le estaba acabando el tiempo para hacerse notar. No había habido ninguna jugada de las que a él le gustan, las de penalti y expulsión. Y dio la última oportunidad para atraer la atención de todos, para ser el centro de todos los objetivos de las cámaras y a punto estuvo de no aprovecharla. Aunque lo hizo, ya estaba tranquilo, tuvo un nuevo minuto de gloria.

Además, el árbitro asistente en cuestión, Rafa Guerrero, tiene un pasado conocido por todos nosotros. Con lo de ayer en Villarreal, no digo yo que merezca que lo metan en la nevera y no coja el banderín en una buena temporada. Es para que lo trasladen a los fiordos noruegos, que recapacite allí y que escriba dos millones de veces Yo no soy el protagonista del partido aunque me joda. Pero claro, esto sucedería si hubiese dirigentes en el colectivo arbitral como Dios manda y no los que hay, que son iguales o mucho peores que algunos árbitros y asistentes de la Primera División. Y punto.