Gobiernos y barcos viejos
Actualizado: GuardarLin Chi escribió. «Elija para su viaje el barco del Gobierno que más le guste», le dijo un funcionario al primer ministro, Jou Li-dsi. «¿Cómo podré distinguir los del Gobierno?», preguntó Li-dsi. El funcionario contestó: «Nada más fácil: los remos quebrados y las velas rajadas son todos barcos del Gobierno». Seis siglos después, los mercantes de medio mundo son antiguallas que pertenecen a los Gobiernos o han sido privatizados. Se fabricaron en astilleros públicos y siguen navegando, pese al riesgo que presentan para los pasajeros o el equilibrio ecológico. Los gobernantes no tienen coraje para enfrentarse a los armadores, las navieras y las consignatarias. Y menos a los costes del desguace, la pérdida de empleos y la eliminación de residuos.
Los barcos que hoy hacen las rutas más baratas, transportan pasajeros, petróleo o materias inflamables gozaron de subvenciones gubernamentales para su construcción en astilleros nacionales pese a que el precio de la tonelada construida estaba por encima del doble de lo que costaba contratar un barco en otros países, lo que, además, estaba prohibido. Esos barcos, casi todos monocasco, mal conservados, muy contaminantes y con capacidad ilegalmente ampliada en perjuicio de la flotabilidad, se han quedado obsoletos y se hunden por docenas todos los meses.
El desguace de barcos viejos se hace hoy en las costas de la India, Bangladesh, Pakistán y Egipto con medios rudimentarios y sin protección de los trabajadores. En la operación se desprenden sustancias peligrosas, como amianto, gases tóxicos, asbestos, pintura de plomo y polifenilos biclorados, sustancias que destruyen las cosechas y la pesca, y cruzan la placenta ejerciendo una acción teratogénica sobre el embrión. Egipto calcula que hay 900 desaparecidos en el Mar Rojo un día después del naufragio de un barco que transportaba más de 1.400 pasajeros. Sus autoridades deben de pensar que es más barato enterrar muertos que desguazar barcos.