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El Real Madrid se gusta ante un Espanyol demasiado blandengue

Los blancos siguen su excelente progresión con López Caro al frente y Ronaldo logra marcar en su reaparición

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Sin necesidad de meter una marcha más, sin presionar como en partidos anteriores, el Madrid vivió ante un paupérrimo Espanyol su noche más cómoda en mucho tiempo y se gustó de principio a fin. Lo hizo fácil y bonito, combinando toque corto y pase largo, con constantes cambios de dirección y sutilezas de un Zidane que definitivamente ha vuelto.

El francés anotó dos goles magníficos de ejecución e hizo fluir el fútbol como sólo lo hacen los genios. También sobresaliente en sus subidas Cicinho, a quien seguro se criticará cuando el Madrid tenga enfrente a un rival de verdad, de esos que te obligan a defender a muerte.

Otra buena noticia para el Madrid, que ya encadena siete victorias consecutivas -cuatro en Liga y tres en Copa- fue la reaparición de Ronaldo, que marcó de cabeza tras un mes en el dique seco. No intervino mucho, pero cada vez que entró en contacto con el balón buscó el gol. Ya lleva 10 en 14 partidos.

El recital del Real Madrid, empero, no debería desatar la euforia entre su gente porque, ciertamente, se produjo frente a un adversario inexistente. Blandos, sin tensión y sin fe, los de Lotina parecieron derrotados de antemano. Se limitaron a observar como la tocaban los blancos de un lado a otro, a su antojo, haciendo encaje de bolillos.

Mejuto perdona a Gravesen

Sólo reaccionaron cuando, con 1-0 en contra, Mejuto González perdonó la expulsión de Gravesen por soltar una patada absurda cuando ya tenía una amarilla.

Con el argumento de las rotaciones, López Caro dejó en el banquillo a Helguera y apostó por una inédita pareja de centrales: Woodgate y Mejía. También prescindió de Baptista, primera vez que sucede por decisión técnica, y mantuvo a Guti, tocado durante la semana. Y, como se preveía, apostó por el reaparecido Ronaldo. El Madrid, que ya debió sentenciar antes, cerró el triunfo en el tramo final de la primera parte, merced a dos genialidades de Roberto Carlos y Cicinho definidas a la perfección por Zidane y Ronaldo.