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Los pícaros del Norte

La numerosa colonia 'guiri' de Jerez se busca un sobresueldo con el arriendo de sus casas o de habitaciones a los extranjeros recién llegados

TEXTO: PABLO TERRADILLOS / FOTO: J. R. / JEREZ
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Según el Diccionario de la Real Academia, un pícaro es aquella «persona de baja condición, astuta, ingeniosa y de mal vivir, protagonista de un género literario surgido en España», y picaresca indica una «forma de vida o actuación aprovechada». El género ha traspasado fronteras y ahora no son pocos los pícaros del Norte instalados en el Sur.

Sean W. lleva ya tres años viviendo en Jerez. Aún chapurrea el idioma local con dificultad y se relaciona sobre todo con la numerosa comunidad guiri de la ciudad. Sean trabaja como profesora de inglés. Enseña a niños y adolescentes y de vez en cuando alguna empresa la contrata para impartir cursos específicos (comercio, negocios, ...) a sus empleados. Pero Sean ha encontrado una fórmula para redondear sus escasos ingresos. Alquila su casa a otros guiris que, como le sucedió a ella, andan un poco perdidos en sus visitas a la ciudad del flamenco, las motos y la Feria .

Esta galesa venida del frío pronto se dio cuenta de que invertir en la compra de una vivienda en el centro de Jerez era una buena opción para alguien acostumbrado a pagar cifras exorbitantes por un alquiler. Ella venía de vivir en Los Ángeles, California, y Londres, y los precios en Jerez le parecieron poco menos que irrisorios. «Por el alquiler de un año allí, aquí me compro una casa». Y así lo hizo. Un pequeño piso-apartamento en plena calle Nueva, corazón del Jerez flamenco y gitano.

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«Conozco mucha gente de fuera, y algunos amigos me envían a otros amigos». Sean va a alquilar su vivienda a una pareja de holandeses durante el Festival de Flamenco, una cita que atrae a cientos de visitantes extranjeros, especialmente japoneses y centroeuropeos. El precio del alquiler por dos semanas alcanza los 600 euros. Lo que no está mal teniendo en cuenta que la casa cuenta con una única habitación, salón, pequeña cocina y un baño, además de localizarse en un bloque de viviendas que presenta un aspecto poco menos que lamentable.

«Aún no sé dónde dormiré durante esos días, probablemente en casa de algún amigo». Quizá los nativos tengan más reparos a la hora de dejar sus casas en manos de extraños y no tengan costumbre de dormir algunas semanas al año fuera del hogar. Pero para estos pícaros del Norte no parece un problema. «Estoy acostumbrada a viajar y a vivir con muy poco equipaje encima, así que me muevo con facilidad», explica esta morena llegada de las oscuras tierras mineras del interior del principado británico.

Por supuesto ella no es la única. Takiko habla mucho mejor la lengua de Cervantes, seguramente porque para una japonesa hacerse entender en su idioma es bastante más difícil que para una británica. Es toda una experta en flamencología y además prepara un sushi con productos del mercado local para chuparse los dedos.

El país del Sol naciente

Ella también aprovecha las visitas de sus compatriotas para ganar un dinero extra. «Muchas chicas de Japón vienen a aprender a bailar, y chicos también, pero más para tocar la guitarra». No hay más que darse una vuelta por las academias para comprobarlo. Ella trabaja con quienes vienen por cortos periodos de tiempo. «En Japón todo es muy caro y aquí nos resulta muy barato vivir». Ella alquila una habitación de su casa situada en el centro de Jerez. 450 euros por semana durante el Festival. Si logra alquilarla el mes entero, gana bastante más que la media de trabajadores gaditanos.

«Con lo que saque entre el Festival y luego la Feria y la Semana Santa, este año me compro un coche de segunda mano y en verano, a la Sierra», cuenta Sean con una sonrisa de oreja a oreja. «Ya no tendré que volver a Londres a trabajar en verano para tener dinero. ¿He descubierto a los guiris! Yo ya soy jerezana», explica con un acento que no engaña a nadie.

Si el Buscón de Quevedo levantara la cabeza... le cobrarían un alquiler.