El primer muerto
Actualizado:Los que auguran catástrofes, que siempre aciertan, dicen que el próximo conflicto bélico a escala mundial será entre el Islam y Occidente, así en bloque. Una guerra de religiones, un combate de revancha de las Cruzadas o una lucha por los bidones de petróleo. No arriesgan demasiado los arúspices, ya que la humanidad no ha aprendido aún a vivir sin matarse. «Hola, muertecitos de la próxima guerra». Así saludaba Jean Cocteau a los niños de París que alborotaban por las aceras.
Se necesita al primer difunto precipitado de la que será con muchas probabilidades la última guerra mundial. Eligieron a un ciudadano alemán al que secuestraron en un hotel de la casbah de Nablus los airados milicianos de Cisjordania. Por fortuna, fue liberado por la Policía palestina. Circunstancia que le privó de ser un pionero.
Muchos cooperantes europeos están abandonando la Franja de Gaza, donde se decretaba el estado de máxima alerta. Las burlas a Mahoma han cabreado a los seguidores del Profeta. Tienen tan escasa gracia como las que se le hacen a Jesús de Nazaret o a Buda, sin tener ninguna confianza con ellos, pero sobre todo son innecesarias. Ya dijo Amiel que la ironía sirve para todo y no basta para nada. En Europa, que suele llamar Eurabia Oriana Fallaci, se debate sobre los límites de la libertad de expresión y el respeto a las creencias. Una cuestión de fronteras.
Un notable contingente de seres humanos no se resigna a su desaparición. Cuesta mucho trabajo estar de pie esperando un autobús que no va a ninguna parte. La puerta de la esperanza debe seguir abierta para el que quiera entrar. Y sobre todo no hay que pintar en ella letreros que ofendan a sus moradores. No conduce a nada bueno.