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Diario de...

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Mercedes Milá dedicó su Diario de esta semana a uno de los asuntos más lacerantes de la actualidad reciente: el caso de Pilar Elías, viuda de Ramón Baglietto, asesinado por ETA, que ha de soportar la vecindad de uno de los asesinos de su marido. Este asunto provocó un agitado pleno municipal en la localidad de Azkoitia, escenario de la sinrazón. El programa de Telecinco consistió en una secuencia de testimonios donde se alternaba la voz de las víctimas y la de los verdugos. La de estos últimos -los dos asesinos de Baglietto- había sido obtenida mediante entrevistas grabadas con cámara oculta. La narración de Diario de..., espeluznante, despertó el interés de la audiencia: fue lo más visto de su franja horaria con 2,7 millones de espectadores y una cuota de pantalla del 26,3%.

Desde el punto de vista televisivo, Diario de... resulta un poco chocante por el protagonismo que concede a la comunicadora. Se trata de un problema técnico: el estilo es una mezcla de reportaje y opinión, pero la tele no ha resuelto bien el papel de la opinión en el género informativo, porque la imagen del que habla tiende a hacer sombra sobre la narración. En un asunto como el de la otra noche, quizá sobraron primeros planos de Mercedes Milá. En todo caso, lo que nadie negará es que ha sido, por sentido de la actualidad, por juicio crítico y por la importancia objetiva del caso, el mejor de los programas de Diario de...

Es difícil saber si Milá ha sido consciente del impacto que va a tener este trabajo suyo. Ella quería marcar una posición, lo cual, ante un asunto de tan hondo calado moral, es irreprochable. Cualquier paso a favor de la paz es imposible sin el arrepentimiento de quienes la rompen, esto es, de ETA y su mundo. Por si no estaba claro, Milá subrayó una y otra vez que los asesinos de Baglietto ni se han arrepentido ni ganas tienen. Tal vez se acuse al programa de Telecinco de no ser neutral. Bueno: cuando lo que está por medio es la vida de las personas, la equidistancia es una infamia.