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Un gol del zaragocista Óscar deja al Barça fuera de las semifinales

El Camp Nou explotó contra Rodríguez Santiago, que expulsó a Ronaldinho Pese a todo, los azulgranas rozaron la épica con los goles de Messi y Larsson

Actualizado: Guardar
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El Barça se despidió de la Copa del Rey tras derrotar al Zaragoza por 2-1 en el partido de vuelta de los cuartos de final víctima de un nefasto arbitraje y de un conjunto maño que sacó partido de su dibujo rentabilizando el 4-2 de la ida.

El Camp Nou vivió una noche inolvidable de fútbol empañada por un nefasto Rodríguez Santiago. Llena de ingredientes. Repleta de pasión entre dos grandes equipos fabricados con estilos opuestos.

Los jugadores azulgrana llevaban días soñando con la revancha. La comunión con la grada del Camp Nou era perfecta. El Barça se puso manos a la obra. Debía perforar la portería de César pero conteniendo a su rival. Concentración máxima para no desnudar la protección de Jorquera. Víctor repetía guión.

Las estratagemas de los técnicos se cumplieron a rajatabla. El Barça acumulaba toda su ira contra la meta maña. Faltaba algo de puntería y una pizca de suerte pero los remates de Messi, Márquez y Giuly alteraban la buena harmonía visitante.

El Zaragoza respondía con la misma paciencia de la ida. Los maños confíaban en que sus oportunidades llegarían tarde o temprano.

El coliseo azulgrana vibraba con un espectáculo que Rodríguez Santiago encrespó de golpe y porrazo. A un metro de la acción, el arbitró se cargó a Ronaldinho. Una falta en el centro del campo por un empujón y un leve pisotón a Cani desembocó en una estrambótica decisión. El brasileño se marchaba al vestuario con la ira contenida.

El Barça respondió con furia. Desordenado y perdiendo la calma, un arranque de Giuly por la banda lo convertía Messi al filo del descanso.

Sentencia maña

Ni la inferioridad numérica trastabilló la moral azulgrana. Liderados por Messi y Deco, el Barça aculó a un Zaragoza extrañamente tocado. Los maños regalaban una y otra vez la posesión esperando la contra. Una presión que sacudía una y otra vez a Rodríguez Santiago incapaz de sacarle la segunda amarilla a Ponzio por una entrada a Deco.

Los avisos azulgrana llegaban con intermitencias. Iniesta sacudía su diestra contra el palo derecho de César. Faltaba frescura. El Barça empezaba a acusar el desgaste físico. Diego Milito avisaba. Óscar ejecutaba. El centrocampista maño trazó una parábola majestuosa para enmudecer al Camp Nou.

El Barça ya no tuvo fueras para empujar. El desgaste había rozado la épica. Aún hubo un de milagro cuando Larsson batió a César. Quedaban dos minutos de descuento que Rodríguez Santiago evitó que se cumpliesen.