el perfil... antonio pedro serrano álvarez 'el canijo'

Genio y figura del Carnaval

Con su primer premio, el Canijo bordó su nombre con letras de oro en la historia de nuestra fiesta

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Pa sentir un pasodoble no hace falta DNI, afirmaba Antonio Pedro Serrano en un pringodoble de Los Pringaítos (1999). Y tenía toda la razón, claro, porque hay pocos gaditanos que sientan el carnaval como lo siente el Canijo de Carmona.  

Antonio celebró su bautizo carnavalero en las tablas del Falla en el año 1983, cuando tan sólo tenía 15 años, formando parte de la chirigota sevillana El dios Baco y los que armaron el taco. No les fue demasiado bien, pero el joven chirigotero quedó atrapado para siempre por la magia que desprende el escenario del carnaval por excelencia.

 Hay que estar muy loco por Cádiz y su carnaval para aventurarse a salir en un cuarteto. Y más, si vienes de fuera de la capital. Pero el Canijo lo hizo, porque, efectivamente, está loco por nuestra tierra. Su cuarteto Al compás de mi cohetillo (1989) no tuvo toda la fortuna que él esperaba, pero todos los genios se estrellan alguna vez en sus inicios. Y Antonio Pedro no se rindió, ni mucho menos, sino que volvió al Falla con La legendaria banda de los hermanos Mackenzie (1992), que no pasó de la fase premiliminar, pero fue sólo el preludio de su primer pase a semifinales, con el cuarteto ¡¡¡Quéestréstengo!!!, al carnaval siguiente.

 A pesar de ese cuartetero primer paso a semifinales, Antonio sentía que lo suyo era la chirigota. De esta forma, debutó con su grupo de amigos de Carmona en 1998, encarnando a los inolvidables Pibitos de las botellonas. Esa chirigota fue la primera de su serie de grandes agrupaciones de larguísimo nombre, algo que se convirtió en una seña de identidad inconfundible del grupo, que, a partir de entonces, comenzaría a ser esperado por la afición año tras año. Una afición a la que a partir de entonces el Canijo regalaría coplas de gran categoría y un sinfín de risas, no faltando nunca a su cita con las semifinales del concurso.

Esta nueva y joven chirigota se destapó como un gran grupo, con toda una figura del Carnaval al frente, que ya dejaba palpar ese alma cuartetera que sigue conservando cada vez que se enfunda un tipo.

 Cuando dejó de ser un pibito se convirtió en un pringaíto, al que luego llamaron cabeza. En 2001 se reveló como un auténtico demonio, dispuesto a quemar las tablas del Falla por un puesto en una final que le era esquiva, aunque ya solía sonar entre los favoritos en casi todas las quinielas. También fue gallina y sieso, ofreciendo siempre grandes ratos a un público totalmente entregado al carmonense y su grupo de chirigoteros.

 Pero Antonio Pedro no quería seguir siendo considerado el eterno semifinalista, él quería más, deseaba una final. Se la jugó. Y le salió bien. El Canijo decidió hacerse cargo de un prometedor grupo de chirigoteros de la capital gaditana, que en 2003 se habían colado en semifinales con sus Poperos. Con ellos, Antonio volvió a tocar la fase semifinal, gracias a la buena acogida que tuvo Action Cádix, en la que supo conjugar perfectamente sus letras con la música de Tino Tovar.

 Para el Canijo resultaba un enorme sacrificio hacer tantos kilómetros para ensayar a diario, pero él confiaba en dar su pelotazo particular. Y lo consiguió. ¡Vaya si lo consiguió! El pasado carnaval llegó a su clímax total, a su orgasmo chirigotero. No era nada fácil salir al Falla caracterizado de espermatozoide y no caer en lo zafio y lo chabacano. Pero el Canijo se superó con creces. Consiguió un éxito total en cada pase. La mejor chirigota del año, de principio a fin. Antonio Pedro Serrano Álvarez bordó su nombre con letras de oro en la historia de nuestra fiesta y se consagró como uno de los grandes del Carnaval de Cádiz.

Hoy por hoy, el Canijo de Carmona representa la más pura esencia del gaditano, porque, aunque no sea gaditano de nacimiento, sí que lo es de sentimiento. Él está orgulloso de su ciudad, Cádiz, pero más orgullosa está ella de tenerlo a él. Antonio, suerte… y no te cortes mucho este año.