Cirujanos sin bisturí
Las técnicas laparoscópicas permiten intervenir quirúrgicamente sobre órganos y tejidos internos sin casi necesidad de seccionar la zona
Actualizado: GuardarInicialmente la laparoscopia surgió como una técnica diagnóstica procedente de las en-doscopias, que permiten una visión directa de una zona interna del organismo, habitualmente abierta como sucede con el sistema respiratorio o digestivo. A medida que se desarrollaban, se observó cómo, además de servir con fines diagnósticos, también podía tener una aplicación terapéutica, consistente en resolver algunos problemas y evitar incluso recurrir a cirugías, ya que era capaz de extirpar, suturar o cauterizar lesiones habitualmente de pequeño tamaño.
Ante las utilidades de estas técnicas, se desarrolló la laparoscopia como una solución alternativa a la cirugía clásica, que requiere un tipo de corte más o menos amplio, sobre todo cuando debe acceder a planos profundos, y que obliga a manipular a su paso di-versas zonas, vísceras o tejidos, con lo que tras ello hay que realizar también los correspondientes cierres o suturas.
Por ello, operaciones aparentemente poco importantes generan unos efectos secundarios y una serie de molestias que disminuyen la relación entre el beneficio y el coste en tiempo de intervención y de recuperación. Ante esas limitaciones, y tras demostrarse la eficacia de las técnicas endoscópicas, este tipo de cirugía está surgiendo como una buena alternativa.
Para llevar a cabo este tipo de intervenciones quirúrgicas, habitualmente se emplea un mecanismo de visión, bien directa bien a través de un sistema electrónico, que permite observar la zona a intervenir. Supone la utilización de un tubo flexible que puede ser manejado por el propio cirujano para manipular a través de él los tejidos a intervenir. Dado que estas técnicas se utilizan en cavidades del organismo que pueden ser tanto abiertas como cerradas, es necesario en ocasiones recurrir a la inyección de aire o líquidos para expandir la zona.
Un centímetro de corte
Las incisiones que se realizan son pequeñas, habitualmente de un centímetro como máximo, lo suficiente como para permitir el paso de los instrumentos. Después, mediante la inyección de gases o líquidos, se aumenta el volumen de esa cavidad para permitir que se separen los tejidos y se obtenga una mejor visión de la zona. Además, la endoscopia lleva una fuente de luz fría, así como algún tipo de elemento óptico que transmita la imágen, bien directamente, bien a través de un receptor. Este último puede además procesarlas y ampliarlas para facilitar la intervención sobre algunos territorios cuando son muy pequeños, o también grabarlas.
A través de la endoscopia, se emplean diversos utensilios que permiten la manipulación quirúrgica, incluso se llega a utilizar láser como herramienta de cauterización, sin llegar a ser propiamente una cirugía láser.
Las técnicas laparoscopicas se han ido extendiendo prácticamente a todas las especialidades quirúrgicas. Clásicamente se han relacionado con la cirugía digestiva, ya que la cavidad abdominal es una zona en la que resulta técnicamente factible y posible el empleo de estas técnicas. La cirugía laparoscópica digestiva permitía una visión directa del intestino y de las vísceras abdominales. Prácticamente cualquier tejido o víscera que se encuentre en esa cavidad abdominal puede ser manipulado por estas técnicas.
Hay determinadas intervenciones en las que el empleo de técnicas laparoscópicas han supuesto una verdadera revolución, como sucede con las operaciones sobre la vesícula biliar -colecistectomía-. De hecho, es una técnica empleada para corregir problemas gastroesofágicos -como hernia de hiato o reflujo-, intestinales -intervenciones sobre el colon- o en otras vísceras abdominales, como el bazo, etcétera.
Anestesia simple
En principio, las cirugías de esta naturaleza no necesitan preparación anestésica tan compleja como en las abiertas. Se recurre a pautas de anestesia local o regional, o bloqueos neurológicos. Por otro lado, aunque es una técnica menos agresiva que las intervenciones clásicas, siempre precisa un control anestésico constante, no sólo para manejar el dolor, sino también las constantes orgánicas y analíticas, debido a cambios que pueden producirse.
También la urología ha sabido sacar rendimiento a la laparoscopia. Así, hoy es aplicada en intervenciones sobre el riñón y la próstata, y llega incluso a la extirpación total o parcial de tejido renal. La ginecología ha empleado esos procedimientos incluso para la realización de intervenciones dentro de la cavidad pélvica. Accede a todos los anejos, incluso los ovarios, y al interior del útero.