Fijan en Cádiz las medidas para proteger del ruido a los cetáceos en la Antártida
El Comité Científico de Investigación Antártica establece que los barcos científicos operen a una distancia de 500 metros de los mamíferos marinos
Actualizado:Encontrar la manera de utilizar medios acústicos para la investigación marina y cartográfica sin interferir por ello de forma negativa en la vida de los cetáceos que habitan en el Océano Antártico era el cometido que tenía sobre la mesa el Comité Científico de Investigación Antártica, que se reunió la semana pasada en el Centro Andaluz de Ciencias y Tecnologías Marinas (Cacytmar), en el Campus de Puerto Real.
«Hemos iniciado en Cádiz la redacción de un documento de trabajo que será presentado en la próxima reunión de los países que integran el Tratado Antártico», explica Manuel Catalán, profesor emérito de la UCA y presidente del Consejo de Administradores de los Programas Nacionales Antárticos (Comnap), en cuanto a los resultados del encuentro.
La necesidad de celebrar esta reunión surgió a raíz de que algunas investigaciones señalaran a la contaminación acústica producida por los barcos como una de las grandes amenazas sobre los mamíferos marinos. «Existe gran confusión a este respecto -explica Catalán-. Son los barcos militares los que emiten ultrasonidos que superan el nivel de potencia máximo al que se comunican las ballenas (190 decibelios), pero en la Antártida están prohibidas las actividades militares y sólo operan científicos». Y subraya que «la investigación no es una amenaza para la vida».
Soluciones
En la reunión de Cádiz, los expertos del organismo responsable para la coordinación de la investigación en la Antártida (SCAR) analizaron los instrumentos desplegados en la Antártida y determinaron que a una distancia de 500 metros, «el cetáceo no sufre daños». Para guardar esta distancia «contamos con un rompehielos alemán dotado con cámaras de infrarrojos que detectan su presencia a 8 kilómetros», comenta Catalán, quien además explica que se recomendará «no repetir un año tras otro las mismas investigaciones por parte de distintos países», ya que, tal y como está articulado en el Tratado Antártico «la información es abierta». Por último, se insta a las embarcaciones a emitir en baja frecuencia «para que el cetáceo se vaya alejando, y, después, ir progresivamente aumentando la potencia».