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Triunfo de oro del Cádiz B en su visita a Puerto Real, rival directo en su pelea

Los amarillos, con diez desde el minuto 18, lograron marcar en inferioridad El maltrecho campo fue un aliado perfecto para defender el resultado

FERNANDO PEREA/PUERTO REAL
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Resultado excelente para el Cádiz B pues los puntos pueden valer hasta doble: los que suma el equipo de Calderón y los que deja de sumar el Puerto Real, en situación tan apurada como los del filial amarillo, si bien ahora los de la capital aventajan en dos puntos a los de la Villa, pero no tienen el goal-average a su favor, pensando en el final de temporada.

El partido se planteó para que apenas hubiera fútbol. Con dos equipos en situación de extrema necesidad, con un campo infame merced no solo a las inclemencias meteorológicas -el Sancho Dávila no está bien ni en verano- y con un árbitro que se mostraba bastante poco proclive a ser flexible en la aplicación del reglamento, por mucho que los resbalones y patinazos sobre el barro se prodigaran cada minuto de encuentro.

Así las cosas, el equilibrio se rompió a los 18 minutos. El Cádiz B, por medio de Finidi, había tenido dos tímidas intentonas sobre el marco rival. Pero un balón dividido en el mediocampo hace que Álex Cruz entre duro a Paco Vázquez. El otro Vázquez -Galán, el del comité sevillano- lo juzgo merecedor de roja. El Puerto Real se encontraba con una superioridad numérica muy pronto.

Pero ni tiempo le dio a saborearla. Tres minutos después, un córner desde la derecha botado por Jesús lo cabecea Chico bombeado, al fondo de la red portorrealeña. Era lo que le faltaba al ánimo tocado del equipo local. Intentos baldíos se sucedían sobre la frontal amarilla, pero sin peligrosidad alguna durante el resto de la primera mitad.

La reanudación tuvo en una pertinaz lluvia una dificultad añadida. Calderón se extralimitó en sus quejas a árbitro y asistente, y terminó viendo el partido desde la grada. Los cinco minutos finales fueron muy apurados para el filial, con un Puerto Real dando su última gota de esfuerzo en pos del empate que no llegó. Y es que la voluntad, cuando se está tan cortito de ideas y recursos, no siempre vale. Y así terminó Revuelta desgañitándose en la banda, impotente ante la inoperancia de sus futbolistas.