«Preferimos vender y que los premios se los queden otros»
«Estamos orgullosos de ser gente humilde», afirma el trío madrileño, a punto de lanzar un nuevo álbum
Actualizado: Guardar«Somos tres chicos de barrio, muy sencillos y humildes, que no persiguen la fama y conservan su ilusión». Así se presentan los integrantes de Camela. «Nos mantenemos igual que al principio, y cada disco es como el primero», añaden. Se ciega por amor es su undécimo trabajo a punto de presentarse el 6 de febrero. «El más elegante de todos» según Miguel Ángel, Dioni y Ángeles, que no renuncian a aquel Tecno-Camela, ese sonido tan suyo y «difícil de definir». Con seis millones de copias vendidas y ningún premio («ni siquiera el del Amigo»), estos chicos no se cortan ni un pelo ante sus detractores.
-¿Les molesta que siempre se mencione su éxito en las gasolineras?
-Estamos un poco cansados. A estas alturas, nadie le pregunta a Julio Iglesias cómo empezó y en nuestro caso debería ser lo mismo. Pero siguen insistiendo. Muchos periodistas lo mencionan con segunda, como desprestigiándonos. Después de seis millones de discos vendidos, ya podrían parar un poco.
-¿Les preocupa que jamás les hayan premiado?
-Ya no. No nos importa. Incluso solemos decir que, si nos dieran un premio, no iríamos ni a recogerlo. Los trofeos no significan nada. Hay muchos artistas premiados que no venden discos ni llegan a dar conciertos. Lo nuestro es al revés: sin premio ninguno, llenamos las salas y somos número uno en ventas.
-¿Por qué se les niega el mérito?
-Porque España es así. Mejor dicho, su industria. Primero debes triunfar fuera, como le pasó a Mónica Naranjo, para que luego te hagan caso aquí. Además, es más importante ser guapo o tener un tipazo que vender discos. Nosotros no tenemos cuerpazos, pero llegamos a la gente. Nuestras canciones tocan la fibra de las personas y, sin embargo, eso no lo valoran. No sabemos por qué.
-¿En 12 años no han encontrado explicación?
-Después de todo este tiempo nos da exactamente lo mismo. Es mejor que nos dejen vendiendo discos con el cariño de un público fiel. Y que los premios se los queden ellos.
Llegar al corazón
-¿Cómo viven el éxito del público y los palos de la crítica?
-Al principio lo pasábamos mal, pero ahora nos trae sin cuidado. Antes sí, nos preguntábamos: «¿Qué hemos hecho para que nos descalifiquen así?». Y lo peor, claro, era que no sólo iban contra nuestra música, sino que también descalificaban a todo el público que nos seguía. Eso nos dolía mucho. Pero con el tiempo, la situación cambió.
-¿En qué sentido?
-A nosotros dejó de importarnos y los críticos dejaron de dar caña. Ya ni se molestan en descalificarnos porque saben que, así, sólo nos darán más publicidad. Saben de sobra que seguimos ahí y que tenemos a nuestro público. Por algo será. La gente no es tonta.
-¿Sigue pesando el origen?
-Algunos periodistas nos acogen muy bien y otros nos miran como horteras. Una vez le dijeron a un amigo nuestro: «Mira los Camela, ¿qué horteras son!». Y él sólo respondió: «Pues esos de los que tú hablas están número uno de España. Si los insultas a ellos, haces lo mismo con miles de personas que compran sus discos».
-¿Porqué tanta fama de horteras?
-Quizás tuvimos algo de culpa al principio, con la discográfica antigua, porque nuestra imagen era más descuidada, más de barrio, y eso ha quedado ahí. Aunque nosotros nos sentimos muy orgullosos de ser gente humilde, ¿eh? Nos gusta llegar al corazón de la gente.
Una escalera muy larga
-Ahora los tienen muy mimados
-Sí. Estamos en primera división y nos cuidan un poquito más. Cuando empezamos, íbamos en una furgonetilla desde La Coruña a Madrid y conducíamos nosotros, con todo el cansancio. Ahora nos ponen aviones y autocares.
-¿Cómo evitar que el éxito se les suba a la cabeza?
-Vamos poco a poco. Camela es una escalera muy larga. Los discos son más bonitos y están mejor hechos. Dentro de nuestra imagen, vamos mejorando Pero tratamos de tomárnoslo con calma. Aunque, ¿sacamos un disco en febrero y en abril ya nos están pidiendo el nuevo!
-Siempre hablan de amor...
-Más que canciones, son historias, y eso es parte de nuestro secreto. Son relatos de amor y desamor. Y la gente se identifica con ellos. Nos ha ocurrido en bastantes conciertos que alguien se acerca para decirnos: «Eso que habéis cantado me está pasando a mí». Las personas nos dan un gran cariño. Tanto que, después de un recital, pasamos una hora y media firmando autógrafos.
-Desde hace un tiempo componen entre Ángeles y Dioni...
-La base es muy parecida, igual que los temas y el estilo. La diferencia es que ahora están presentes los dos puntos de vista: en una canción de amor, Ángeles aporta las sensaciones femeninas, mientras yo trato de expresar lo que solemos sentir los hombres. Está claro que, con el tiempo, hemos ido evolucionando.
-Once discos, ¿da para tanto el amor?
-¿Hombre! El amor es universal y nunca se va a acabar. Nosotros estamos demostrando que no se agota. Nuestras canciones son historias que vemos, que nos cuentan o que nos ha tocado vivir.
-¿Se imaginaban aquí?
-No. Esto lo hacíamos por hobby y no buscábamos esta clase de vida. Hacíamos nuestras maquetas para entretenernos hasta que, un día, llegó un señor y nos ofreció hacer el primer disco. Con el segundo álbum nos lo tomamos un poquito más en serio. Y con el tercero, completamente. Pero en un principio, ni siquiera éramos conscientes de lo que habíamos hecho: vendimos un millón de discos sin aparecer casi en la televisión. No buscamos el éxito, fue él quien nos encontró.
-¿Cómo logran mantenerse unidos?
-Siendo nosotros mismos, aunque esto no quiere decir que nos llevemos de rosas, claro. Tenemos nuestros momentos, como todo el mundo. Pero cuando discutimos profesionalmente, siempre es para beneficio del grupo. A pesar de que tengamos ideas distintas, jamás buscamos la malicia, ni perjudicar a los otros dos.
-¿Y las crisis de trío?
-Ja, ja. Sí, las ha habido algunas veces. Pero ha estado bien. Así se puede saber dónde está el límite de cada uno. Si algún día sobrepasamos ese punto, será porque ya no nos importa nada y no queremos seguir.