Un rayo impacta contra una casa en el Poblado de Doña Blanca
Los vecinos denuncian que nadie se encarga del mantenimiento del pararrayos del pueblo
Actualizado:«Esto es más difícil que te toque la Primitiva doscientas veces». Pero les tocó. Eran cerca de las diez de la noche del pasado jueves. Juan Buzón estaba en la cocina mientras que su nieto Guillermo, de once años, veía la tele. De repente, un gran estruendo les paralizó de momento. Un rayo había impactado en su casa, en el Poblado de Doña Blanca, atraído por la antena de televisión, rompiendo la pared del inmueble por tres sitios distintos. La carga eléctrica se dispersó por los tres cables que sujetaban la antena en el techo de la vivienda.
Aunque ninguno de los dos sufrió daño alguno ni la casa salió ardiendo, «el susto fue monumental. Sentimos como temblaba el suelo y el ruido fue ensordecedor». Cuando se recuperó del impacto, Juan acudió rápidamente a ver cómo se encontraba su nieto. «Estaba inmóvil. Como en estado de shock».
Cuando ayer contaban su relato a LA VOZ, los dos se encontraban tranquilos y agradecidos a que el susto se hubiera quedado solo en eso. Rosario, la mujer de Juan, quien se encontraba de viaje en el momento del suceso, no daba crédito a lo ocurrido. «Yo no quiero ni pensarlo», decía.
Y es que el destino jugó en su favor esta vez. «Había mandado a Guillermo ya dos veces a la ducha y no me hizo caso». Afortunadamente la desobediencia del pequeño pudo salvarle en esta ocasión la vida. El primer impacto y más fuerte cayó en el baño, justo al lado de la ducha. La descarga eléctrica hubiera sido letal.
El rayo también tuvo sus consecuencias en el resto de viviendas del Poblado. Un gran número de televisiones, ordenadores y videos se estropearon a causa de la descarga. Fue el caso de Isabel, vecina de Juan. «Mi hijo estaba con el ordenador y dice que hasta le dio calambre». Los vecinos del Poblado lamentan que el pararrayos que tienen en el tejado de la Iglesia no sirva de nada. Hace un año ocurrió lo mismo en otra vivienda y aseguran que desde los años sesenta nadie se ha encargado de su mantenimiento.