El eslabón más débil
Actualizado:Aunque el enemigo a batir en estos dispositivos policiales es el pequeño traficante que merodea por las inmediaciones de los colegios o se mezcla entre los jóvenes las noches de los fines de semana, estos camellos no dejan de ser el eslabón más débil de la cadena del narcotráfico.
El perfil de estos vendedores de estupefacientes, en quienes confían los adolescentes, suele corresponder al de antiguos alumnos, que abandonaron las clases o fueron expulsados de sus centros educativos por cometer alguna infracción grave. Suelen rozar la mayoría de edad y son conocidos de los adolescentes a quienes les venden la droga. Cuando son detenidos por los agentes, es común que lleven encima pocas cantidades de estupefacientes, ya que no suelen mover muchas dosis.
Cuando llegan a la mayoría de edad y deciden continuar en este negocio ilícito, suben escalones para manejar más cantidad, contactando directamente con redes organizadas, y multiplicando los beneficios que obtenían hasta entonces.
Una de las ventajas que tienen estos precoces delincuentes es el nivel adquisitivo de sus jóvenes clientes. Tal y como informaba este periódico en ediciones anteriores, el precio de la cocaína (la droga cuyo consumo ha crecido más en los últimos años) se mantiene en unos 60 euros por gramos, de media. Pese a este elevada cantidad para los bolsillos de unos adolescentes, estos acceden a ella sin problemas como muestran las constantes incautaciones de papelinas que hacen las Fuerzas de Seguridad del Estado.