El mundo cabe en una probeta
El científico Manuel Toharia advirtió ayer en las III Jornadas 'Eureka' del peligro de una sociedad que abdique ante el desafío de la razón, la curiosidad y la crítica
Actualizado: GuardarPor qué le tenemos miedo al microondas, a viajar en avión, a la radiaciones de los móviles, a los productos químicos, a los eclipses o incluso a que el cielo se nos caiga encima? La sociedad de la tecnociencia supone toda una oferta de comodidades para el hombre, pero también ha producido la apertura de un abismo vertiginoso entre los mecanismos que la explican y el desconocimiento de aquellos que se benefician de ella. Las Revoluciones Industriales y el progreso tecnológico del siglo XX aceleraron este proceso quedando al margen del ciudadano de a pie.
«La gente desconoce las causas de las relaciones causa-efecto con respecto a los adelantos técnicos y científicos. Se sacan conclusiones en base a premisas gratuitas centradas en la tradición, la autoridad o la creencia». Así lo cree el investigador y periodista Manuel Toharia, que protagonizó ayer en el Palacio de Congresos las III Jornadas Eureka sobre aspectos lúdicos en la enseñanza de las Ciencias, con una conferencia -tan divertida como divulgativa-, dirigida a un numeroso grupo de alumnos y profesores de ciencias.
Toharia ilustró con ejemplos de la vida cotidiana el problema social y educativo que supone lo que él califica como la «abdicación ante el razonamiento y el espíritu crítico. Es la pérdida de la curiosidad innata a todos los niveles». «El verdadero científico es aquel que se pregunta el por qué de lo que no entiende. Nadie se preocupa por saber a qué se debe que vuele un avión. Sin embargo, la reacción mayoritaria es el miedo y la visión de la ciencia como algo imperfecto. No sólo lo desconocen, sino que están convencidos de que esa ignorancia no es importante», explica. «Y sin embargo, después creen en lo que dice el horóscopo. Existen tantas probabilidades de acertar con lo signos del zoodiaco como personas hay en el mundo». Toharia aludió a los políticos, periodistas, cineastas y economistas como algunos de los culpables de esta situación por difundir información poco fundamentada ya sea de manera consciente o inconsciente.
Los cómos y los porqués
«Es un problema de la sociedad en su conjunto. Si el niño aprende en el colegio que el sonido en el vacío no se transmite, pero después ve La Guerra de las Galaxias, no hemos hecho nada porque le dará más credibilidad a la película. Todo se complica cuando los mensajes se contradicen», afirma el investigador. Por tanto, su opinión es que hay que atajar el problema desde otros frentes. De igual manera «no se sabe que el ABS de los coches no mejora sino que empeora la frenada para reducir el riesgo de accidente». ¿Y que hay de algo tan extendido como la medida de la velocidad de la luz?. Las autoridades como Newton o Einstein sirven a los ciudadanos para obtener datos que proporcionan cultura, pero «la persona culta no es la que sabe que la velocidad de la luz es de 3000.000 km por segundo, sino el que conoce el proceso que ha llevado a tal conclusión».
Aquí no sirven ni la autoridad, ni la revelación ni la tradición. «En ciencia no hay democracia, sino método», concluye. «Es lo mismo que creer que el porvenir se lee en las estrellas. El ayatolá Homeini también se basa en la revelación y la creencia y en EE UU existe un sólo canal dedicado a telepredicadores. Sólo la ciencia nos hace libres, los cómos y los porqués. Transmitirlos es el objetivo diario de profesores y divulgadores». Con lo relativo y lo demostrable -elementos de la teoría popperiana de la falsabilidad, es decir, todo es relativo hasta que no se demuestre lo contrario-, Toharia quiere demostrar que las Humanidades son consideradas ciencia pero que la Ciencia es lo más humano que existe.