Interesante debate LALIA GONZÁLEZ SANTIAGO
Actualizado:La invitación de la Fundación Príncipe de Asturias no podía ser más atractiva: asistir a un encuentro entre Günter Grass, Premio Nobel de Literatura; Claudio Magris, Premio Príncipe de Asturias de las Letras; Ivan Nagel, ensayista alemán de origen húngaro; Massimo Nava, corresponsal del periódico italiano Corriere della Sera y Ángeles Espinosa, corresponsal para Oriente Medio de El País, en Oviedo. El debate, organizado en el XXV aniversario de los prestigiosos galardones, es un singular proyecto de esta institución asturiana que, vista de cerca, resulta aún más monumental, por su talla cultural y por su calidez humana, y más modélica y envidiable. Se trata de que una de las personalidades premiadas proponga un tema y elija invitados. El primer encuentro, en noviembre pasado, pivotó sobre Jean Daniel, quien planteó la situación del hombre a comienzos del siglo XXI, y en esta segunda ocasión, Magris había formulado un asunto crucial: ¿es posible conocer de verdad lo que está pasando en el mundo? «El problema», decía para abrir la sesión, «es que la verdad puede ser callada, censurada o falseada cuando se ahoga en un océano de noticias», porque «la verdad existe cuando se convierte en una fuerza que opera», y a veces «tengo la melancólica sensación de que aflora cuando ya no sirve para nada». Del debate ya informamos en este periódico el pasado domingo, por lo que apenas queda nada por decir, salvo que sería para editarlo en DVD y ponerlo a disposición de públicos más amplios. En fin, y aunque el director adjunto de El País, Juan Cruz, me invitara a darle un «titular» del debate, y le dije que a bote pronto me quedaba con la escalofiante impresión de que podemos llegar a estar diciendo mentiras creyendo que son verdades, hubo una enorme riqueza de matices en aquella hora y pico de encuentro. Como la esencial afirmación de Grass de que, al final, la esperanza reside en el hombre, en el periodista concreto que trabaja con honestidad personal y coraje, porque la buena información es imprescindible para la democracia.
Los dos escritores, exponentes de la Europa que sabe de la relevancia de la identidad y la fragilidad de las fronteras, brindaban por el futuro, poco después de que Magris propusiera abrir una sidrería en Trieste, como símbolo del espacio de encuentro que se había logrado crear en la Fundación Príncipe de Asturias: «No sé si los españoles son conscientes, dijo Günter Grass, pero mientras Europa no sábe adónde va, los españoles son los que hacen el camino. Ojalá que ese espíritu contagie a franceses, italianos, alemanes, para repartirnos algo a todos. Y ese espíritu comienza a caminar aquí y es bueno que se extienda a toda Europa».