Víctima del 'niño de Copacabana'
La potencia y la polivalencia de Felipe Melo trajeron de cabeza a la mejor arma de contención del Cádiz, que terminó siendo sustituida en el minuto 52
Actualizado: GuardarEl pasado verano, el centrocampista brasileño Felipe Melo estuvo en el punto de mira del Cádiz. El fichaje del brasileño, que ya fue seguido de cerca por la secretaría técnica amarilla en temporadas anteriores, no terminó de llegar a buen puerto.
No se dudaba de sus prestaciones futbolísticas, pero su anarquía personal en algunos aspectos podía chocar en el rígido vestuario que maneja Víctor Espárrago. Además, el fichaje de Juanjo Bezares cubría en parte el rol de jugador con enorme físico que cubra buena parte de la zona ancha, sobre todo defensivamente hablando.
Sin embargo, Felipe Melo demostró ayer que es algo más que un robapelotas.
El dorsal 23 del Racing de Santander le ganó la partida al de jugador de Guadiaro, que terminó siendo sustituido por su compañero Andrés Fleurquin pocos minutos después de iniciarse la segunda parte.
Los primeros compases del choque dejaron lo mejor de Melo. De sus botas partían casi todas las acciones de peligro de su equipo. Buena planta, de madera noble. Un magnífico tres en uno que sirvió para lubricar el engranaje del equipo de Manolo Preciado. Su primer eslalon se topó con la defensa cadista, pero él no estaba dispuesto a desistir. Sombrero de lujo y asistencia a Damiá, una perla en forma de lateral derecho a la que seguir muy de cerca.
Desde el medio centro distribuye la pelota, desde la banda profundiza con su descomunal potencia, fruto de largas carreras por la playa de Copacabana, y desde la media punta pone a prueba los reflejos de los guardametas.
Bezares, mientras tanto, tardó tiempo en encontrar su sitio. Con un Benjamín mucho más ofensivo que de costumbre, sufría en soledad en la labor de contención. Dos faltas cometidas, dos balones perdidos y una única recuperación son números que no están a la altura de su mejor versión. Y Víctor Espárrago le cambió. Melo probó una de sus tarrascadas y tras ella le hizo una plancha muy fea a Raúl López. Del pique salió lo peor de su repertorio.
Impreciso, desesperado y protestón. Eso sí, sobrado de calidad y decisión para asumir la responsabilidad darle un punto a su equipo desde el punto de penalti.