El Capitán endereza el rumbo
Raúl López, con un gran gol, neutraliza el tanto de penalti de Melo. El empate permite al Cádiz ganar el 'goal average' al Racing, un rival directo
Actualizado:Había que ganar, sí o sí. Llegaba a Cádiz un rival directo de perfil similar al de los amarillos y que ya salía derrotado en la primera vuelta. Además, había que aprovechar el factor Carranza, que en lugar de beneficiar se está convirtiendo en un síndrome difícil de superar. Pero nada, lo mismo de siempre. Cuando toca un partido de estos suele acabar con la misma historia: Mallorca, Valencia, Zaragoza,... En el momento en que existe una oportunidad para despegarse de la zona quemada, del crematorio, pues va y se echa a perder. Quizás es el sino del Cádiz, sufrir hasta el final. Quizás hasta sea positivo abandonar el clima de euforia que se instala en cuanto hay dos victorias y seguir remando con humildad. Quizás sea necesario comprender antes de cada encuentro que ganar en Primera es complicadísimo y que no es tarea fácil estar entre los 17 primeros. Quizás, quizás, quizás,...
Un punto positivo
Por eso, el punto logrado ayer ante el Racing de Santander adquiere una dimensión inimaginable dos horas antes. Al menos se mantiene el suma y sigue ante un rival directo, se da un pasito corto al frente y se gana el primer goal average con un equipo parejo que estará peleando hasta el final por evitar la permanencia. En una Liga en la que cuesta tanto puntuar, si ambos conjuntos quedan empatados a puntos, los amarillos eludirán el descenso. Ahí queda la cosa. Un dato que engrandece el pésimo partido de la noche más fría del año.
Y es que el duelo entre gaditanos y montañeses de ayer fue un desplante al buen fútbol y una invitación al despliegue físico. El Carranza ya ha dado billete de ida al Cádiz bisoño que jugaba como nunca y perdía como siempre. Ahora juega peor, mucho más directo y certero de cara a puerta. Y con una pizca más de fortuna, todo hay que decirlo.
Es verdad que sale al campo con mayor impulso, para comprobar la torrija inicial de la escuadra contraria y dispuesto a sentenciar con la vía. Pero Manolo Preciado ha configurado un Racing que sale concentrado desde el minuto uno. Donde el bloque está por encima de cualquier individualidad y apenas se nota una baja como la de Antoñito. Con gente veterana atrás y luchadora arriba, que no se complica, que siempre pelea con nobleza, sin dar leña. Que apuesta por el fútbol directo, que no deja jugar y lleva el balón a terreno contrario, que carece de gol, ... ¿Cómo el Cádiz! El equipo de Espárrago se encontró ayer con su propia sombra, el conjunto al que más se asemeja en toda la competición (nada tiene que ver con el de hace unos meses). Y por eso el choque tenía que acabar en empate.
Primer periodo insulso
La primera mitad, insulsa a más no poder, tendría poco que narrar. Sólo las ganas de agradar de un Benjamín inmenso cuando físicamente está a tope, y que en un buen disparo lejano estaba a punto de inaugurar el marcador. Por parte de los visitantes, Pinilla hacía de Medina, Matabuena de Nenad y Melo de Benjamín, en una delantera potente pero carente de imaginación. Armando y Aouate eran meros espectadores, pues la falta lanzada por Estoyanoff se marchaba fuera y el remate de Matabuena dormía en las manos del vasco.
El descanso servía para dotar de mayor ambición a los montañeses y descontrol a los gaditanos, que empezaban a perder el centro del campo y el cuero, siempre en poder de los racinguistas. Serían los peores momentos del conjunto amarillo, la cosa pintaba mal y en gran parte debido a los cambios que introducía Espárrago, que no daba con la tecla. La entrada de Enrique por un desconocido Estoyanoff era previsible e incluso necesaria, pero la salida de Bezares no tenía explicación racional alguna. El técnico charrúa buscaba más poder aéreo introduciendo a un Fleurquin ultrarrevolucionado y el perjudicado sería el pequeñito Bezares, hasta ese momento uno de los pocos que se salvaba de la mediocridad.
El precio iba a ser muy alto. El Racing se sentía muy cómodo y, pese a su poco remate, estaba más cerca del gol que su rival. Lo que no lograban mediante el juego lo consiguieron en una acción impropia de Armando, siempre estelar pero ayer ingenuo y despistado. El guardameta de Sopelana salía muy lejos de sus dominios a por un balón que se marchaba irremisiblemente por la línea de corner. Un error de cálculo que al intentar corregir lo hacía con tan mala fortuna que topaba con la pierna de Matabuena y lo derribaba en el área. Un error de pena máxima que transformaría Felipe Melo al engañar con facilidad a Armando.
A partir de ahí comenzaría a fluir la casta de un Cádiz que a falta de juego y calidad le echaría dos bemoles, suficiente al menos para empatar. Y el mayor exponente de la virilidad en este equipo es sin duda Raúl López.
El jerezano culminaría un excelente partido con un golazo que quedará grabado para siempre en las retinas de la preferencia. Controlaba un cabezazo en profundidad de Benjamín y, cual carrilero brasileiro, templaba con el pecho y la cruzaba con la zurda. Súper López salvaba el empate. Rescataba un punto cuando todo parecía perdido y que permite mantener la diferencia de goles con un rival directo. Un gol que vale tanto como la garra, la humildad y el talento del que siempre aprovechó su oportunidad.