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Un vídeo de dos ingenieros secuestrados en Irak conmociona a la sociedad alemana

Los técnicos que trabajan en el país árabe han perdido la inmunidad que les otorgaba la política de Schröder

ENRIQUE MÜLLER/CORRESPONSAL. BERLÍN
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Por segunda vez en dos meses, la sociedad alemana volvió a tener contacto ayer con la selva sin ley que impera en Irak al contemplar por televisión las imágenes de un vídeo que mostraba a los dos compatriotas secuestrados el martes en ese país pérsico. En la grabación, difundida inicialmente por la cadena qatarí Al-Yasira, los ingenieros apelan al Gobierno de Angela Merkel para que haga todo lo posible por su liberación. La cinta también identifica a los captores como miembros de la Brigada del Monoteísmo y la Sunnia, pero tampoco queda claro si formulan exigencias concretas.

Al igual que hizo en el caso de la arqueóloga Susanne Osthof, secuestrada a finales de noviembre, la canciller volvió a asegurar ayer que su Ejecutivo trabaja para liberar a los dos rehenes. Merkel admitió que se había sentido emocionada por las imágenes, que calificó como «crueles y humillantes».

El ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, admitió que el gabinete de crisis había tomado contacto con los terroristas y que la máxima prioridad del Gobierno era, por el momento, no poner en peligro la vida de Rene Braulich y Thomas Nitzchke. Ambos técnicos trabajaban por encargo de la firma Cryotec en una fábrica de detergentes perteneciente a una refinería de Belyi, ubicada a unos 180 kilómetros al norte de Bagdad.

Alemania topa de nuevo con la realidad de Irak, a la que parecía ajena como consecuencia de la política pacifista que defendió el ex canciller Gerhard Schröder. El secuestro de tres compatriotas en tan sólo dos meses, demuestra a la población y a las autoridades germanas que han perdido su buena imagen ante los insurgentes.

La sospecha de que dos agentes del servicio secreto alemán colaboraron con el Ejército americano durante la guerra ha agravado el peligro para los profesionales que trabajan en el país pérsico. Pero tampoco los expertos descartan que los raptos tengan un trasfondo estrictamente económico. Cuando fue liberada Osthof, el Gobierno nunca quiso confirmar que se había pagado un rescate, pero la prensa sugirió que Berlín había desembolsado la suma de cuatro millones de euros.

Por esta razón, el Ejecutivo de Merkel volvió a aplicar una política de absoluta reserva con respecto al nuevo secuestro y repitió su llamamiento para que todos los alemanes que trabajen en Irak abandonen el país árabe. Berlín teme que los técnicos germanos se conviertan en una presa fácil para las múltiples bandas que pululan en ese territorio.