La última lección de Peñalver
Las actos de homenaje al filósofo arrancan con la presentación de su obra 'Las perplejidades de la comprensión' en el Aula Magna de la UCA
Actualizado:En contra de la fuerza del tiempo, que todo lo arrasa y que todo se lo lleva, ahí queda nuestra amistad y nuestro aliento». Así se postulaba Rafael Rodríguez Sández ayer en la UCA en un acto que no era más que ratificación factual de su frase. Porque pese a que Mariano Peñalver, filósofo, escritor, docente y amigo, se fue el pasado agosto -mañana se cumplirán cinco meses- ayer se presentaba en Cá-diz un libro suyo, justamente frente a filósofos, escritores, universitarios y amigos. Allí, en el primer acto de los dos días de homenaje que ha preparado la Universidad, estaban muchos de los que lo habían querido, para seguir su estela. Entre el grave bienestar del en-cuentro con lo querido, el calor de la presencia del pensador y la nostalgia de la pérdida recibían, cómplices, el libro de Peñalver Las perplejidades de la comprensión (Síntesis). La obra, mitad filosofía para iniciados y mitad sencilla humanidad de autor, supone la continuación y recapitulación de los artículos del primer rector democrático de la UCA sobre su materia favorita: la hermenéutica, algo tan sencillo y tan complicado al mismo tiempo como la acción de entender.
Más allá del lenguaje
«Se trata de variaciones musicales de temas que ha tratado», dijo Cinta Canterla, profesora de la Universidad Pablo de Olavide y sustituta en su día del propio Peñalver como docente de Filosofía del Lenguaje en la UCA. Esas variaciones evolucionan sobre la hermenéutica en dos partes bien diferenciadas. «La primera parte está relacionada con el problema del conocimiento: la comprensión de los textos y lleva más allá las teorías del lenguaje», sostuvo Canterla.
«Comprender. Ésa es la palabra fundamental y lo que maneja en la primera parte del texto», indicó Manuel Maceiras, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y codirector de la Colección Filosofía de la editorial Síntesis. «Incide en la alternancia del sujeto. Implica que el otro pertenece a mi esfera, a mí mismo. No es un complemento directo», avanzó el profesor.
En esa primera etapa, Las frustraciones de la comprensión, la que trata el problema de la comprensión desde el punto de vista del lenguaje. «Sigue el estímulo de Ricoeur -destinatario de la dedicatoria del libro-. Porque comprender el texto es comprender el mundo. El texto es un medio de comprensión antropológica. Se convierte en algo para ampliar mi territorio, aceptar lo que no es mío; ampliar el horizonte y llevarlo desde donde la lectura nos lleve».
La segunda parte de la obra, La fruición del consentimiento, supera la comprensión del texto y llega a la comprensión del otro; «no de un texto, sino de una persona». En este sentido, se construye, según Canterlas, «una hermenéutica como recurso contra la violencia».
Maceiras coincide en que entre las conclusiones aleccionadoras que se desprenden de la obra está «el rechazo al pensamiento violento, la obligación de la tolerancia -no como virtud, sino como deber-». Y recuerda una de las sentencias del autor: «Llévense sustituida la pirámide por el laberinto». Entendido, don Mariano.