Pinar de Hierro
Actualizado: GuardarFinalmente no se pudo realizar la concentración prevista para el pasado domingo para protestar por la urbanización de buena parte del Pinar de Hierro, en Chiclana, por no acordarlo así su Ayuntamiento. Por la ley orgánica que regula ese derecho fundamental, ninguna reunión está sometida a la autorización previa. Si se va a realizar en un lugar público es cierto que debe comunicarse con antelación, pero sólo puede prohibirse por razones fundadas de alteración de orden público. Parece claro que una convocatoria festiva, con comida incluida, a la que se invita a llevar a los propios hijos, y que ya se ha realizado en otras ocasiones, no pronostica acto violento alguno. Si faltan datos en la comunicación, será un defecto subsanable pero no debería limitar un derecho fundamental. Además, de los datos que según el Ayuntamiento faltan (tipo, duración y actividades a realizar), sólo la duración prevista figura entre los que exige la ley orgánica (junto a identificación de organizadores, objeto y medidas de seguridad), lo que sugiere ciertamente un exagerado celo burocrático. Desafortunada táctica para convencer a los que se oponen a la urbanización, y ciertamente desproporcionada, si de verdad creen que sólo se enfrentan a «cuatro gatos». Consiguen que se hable más del pinar.
El Pinar de Hierro es la última gran masa forestal de lo que, no hace muchos años, era un continuo bosque de pinares costeros que abarcaban de Sanlúcar a Barbate. La presión urbanística ha hecho desaparecer ese paisaje de nuestra infancia, cambiándolo por otro, donde los adosados, los centros comerciales, los hoteles, se suceden como una plantilla que se repite en cualquier otro lugar turístico del mundo. Ya es imposible diferenciar una ciudad de otra en las costas malagueñas o canarias, sólo hay una continuidad de urbanizaciones que reproducen aburridamente un mismo modelo de paisaje, de decorado. Hay quien debe encontrar tranquilizador ese uniformismo, y de ahí el éxito de ese turismo vagamente familiar, que termina por agotar los recursos, y que huye a otro lugar de moda, recién descubierto, en cuanto el encanto, de puro éxito, se convierte en aglomeración, ruido, atascos e incomodidades. No lo duden, siempre habrá quien se enriquezca descubriendo nuevos paraísos. Creíamos que en la Bahía de Cádiz no iban a repetirse errores ajenos y que el gran despegue económico de Chiclana, no sólo debido a la construcción, iba a convivir con su desarrollo sostenible. Que no se exprimirían los atractivos hasta el punto de que se vayan quienes vinieron buscándolos. Sin renunciar al turismo, ¿no preferirán esos turistas un paisaje de pinos que otro bloque de ladrillos frente a su ventana?
Es cierto que el Pinar de Hierro es privado, que está catalogado como urbanizable desde mediados de los sesenta, que un Plan Parcial y un proyecto de urbanización de 1978 les permitía construir un 70% de su superficie, que el Ayuntamiento ha negociado ganar 36 hectáreas para uso público a cambio de dejar construir en otras 22 del Pinar y una permuta en Carboneros. No es suficiente. La Bahía necesita entero ese pulmón verde, un cinturón forestal que la cierre, para beneficio de todos. Hablo de economía, pero también de calidad de vida. De todos los habitantes de la Bahía. Según el Diagnóstico Ambiental de Chiclana, editado por el propio Ayuntamiento, el Sistema Verde (en el que no se incluyó el Pinar de Hierro) permite equilibrar los usos residenciales y productivos con los de disfrute del tiempo libre, reducen la contaminación atmosférica, oxigenan la atmósfera, mantienen los ciclos del agua, amortiguan el impacto del tráfico, reducen la inversión térmica, reducen el impacto paisajístico, son refugio de flora y fauna y tienen efectos físicos y beneficiosos en la salud humana. Con más razón el sistema verde más extenso. Hay que informar del coste real de las indemnizaciones, si proceden, y ver quién las asume, incluso a nivel autonómico. Y estudiar la antigua propuesta de Agaden de ampliar el Parque Natural de la Bahía de Cádiz a esos pinares y alcornocales sobre arenas para compensar los terrenos del Parque que se han ocupado con infraestructuras. Para disfrutarlo todos.