Gobierno y CiU elogian el pacto sobre el 'Estatut' e invitan a PP y ERC al consenso
Los republicanos advierten al PSOE de que dejarán de ser su socio parlamentario «preferente» Los firmantes del acuerdo avisan a los populares de que su negativa les pasará factura política
Actualizado: GuardarEl Gobierno y CiU elogiaron ayer el acuerdo alcanzado para la reforma del Estatuto de Autonomía catalán y llamaron al consenso de las restantes fuerzas políticas, en clara alusión al PP y a ERC. Este llamamiento llevó aparejada una advertencia al partido de Rajoy, al que avisaron de que su negativa a sumarse al acuerdo le invalida como partido con aspiraciones de gobernar. El líder nacionalista Artur Mas fue muy explícito: «quien no se sume al acuerdo en España queda fuera del futuro».
De forma paralela, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) avisó a los socialistas de que dejarán ser «socio» parlamentario «preferente» ante el acuerdo alcanzado por el presidente del Gobierno y el líder de Convergencia sobre la reforma. El secretario general de los republicanos, Joan Puigcercós, advirtió de que a partir de ahora su grupo «no apoyará gratis» los proyectos gubernamentales ni las iniciativas legislativas del PSOE.
La reunión que mantuvieron Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida con José Luis Rodríguez Zapatero para escenificar el pacto fue un encuentro breve, de apenas una hora, pero propició la ansiada foto de los dos líderes de CiU con el jefe del Ejecutivo a las puertas de La Moncloa.
Estrategia compartida
El encuentro no tuvo mayor sustancia, pues todo lo relevante quedó ventilado y sellado en el cara a cara de seis horas que mantuvieron Rodríguez Zapatero y Mas el pasado sábado. Pero de la charla surgió una estrategia compartida: invitar al PP a que se sume al acuerdo estatutario y subrayar que, de no hacerlo, se convertirá en una fuerza sin posibilidades de gobernar España.
Primero fue el presidente de la federación nacionalista con su proclama sobre el futuro político del PP si no se incorpora al consenso. Siguió el secretario general de CiU, quien invitó a los populares a participar en la negociación de las enmiendas al proyecto «con ánimo de llegar a acuerdos» porque «no hay razón para decir que no». Duran Lleida aseguró que sería una sorpresa que el partido opositor mantuviera «el discurso electoralista» de rechazar el texto cuando sus gobernantes autonómicos reclaman el mismo autogobierno que ha logrado Cataluña.
El portavoz socialista en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, apremió al PP a cambiar de estrategia porque, a su juicio, el partido de Rajoy «quiere sacar al conductor del vehículo para que se estrelle, pero nosotros queremos sumarles al coche para ver si todos juntos caminamos hacia delante». Los dirigentes del PP, agregó, «no conocen o no han entendido bien» el acuerdo, porque si lo hubieran visto no dirían que España se rompe.
La vicepresidenta primera puso el colofón a la sucesión de emplazamientos y confió en que el PP sea «capaz de rectificar» su rechazo y se sumará al consenso porque «nadie lo quiere fuera». María Teresa Fernández de la Vega, que consideró que se ha logrado un «magnificó acuerdo» en el que «toda España gana», hurgó, no obstante, en las contradicciones internas del partido opositor y reclamó que «se pongan de acuerdo» entre ellos y «triunfen» las tesis «más centradas» del PP catalán, partidario de dialogar para acercar posiciones con el texto acordado por el Gobierno y CiU. La portavoz gubernamental indicó que los socialistas van a hacer «todo lo posible» para lograr el visto bueno del PP.
Como primer paso, Rubalcaba tiene una cita con su homólogo popular, Eduardo Zaplana, para explorar las posibilidades de acercamiento. El presidente del Gobierno, incluso, está dispuesto a entrevistarse con Mariano Rajoy, aunque fuentes cercanas a Rodríguez Zapatero se mostraron seguras de que ese encuentro no va a ser posible por el rechazo frontal del partido opositor al texto estatutario. El PSOE también es consciente de que de la entrevista entre Rubalcaba y Zaplana no saldrá ningún acuerdo por la «soberbia» de los opositores. De cualquier forma, el secretario de Organización, José Blanco, auguró que en un futuro el PP «acabará asumiendo este Estatuto» como hizo con el aprobado en 1979, ante el que Alianza Popular se abstuvo.
El encuentro en La Moncloa también sirvió para que CiU oficializase un secreto a voces: sus ganas de convertirse en socio del Gobierno y desplazar de ese lugar a ERC. Artur Mas, que resumió el proceso negociador con la frase «bien está lo que bien acaba», indicó que esta alianza sería una operación natural porque el PSOE ocupa «la centralidad» política en España y su formación ocupa ese mismo espacio en Cataluña, y es sabido, añadió, que «los partidos en la centralizad hacen los grandes pactos».
El líder nacionalista sólo puso una condición para esa sociedad, que CiU ostente la titularizad de la Generalitat, y si es así su «implicación» en la gobernabilidad de España será «más a fondo de lo que ha sido tradicional». Hasta ahora, los nacionalistas han limitado su colaboración con los distintos gobiernos a pactos parlamentarios sin entrar en el Ejecutivo. Duran Lleida, a su vez, consideró que el pacto estatutario abre la puerta a una mayor sintonía con el PSOE.
Continuidad
Fernández de la Vega salió al paso de las abiertas insinuaciones para desestimarla y garantizó la continuidad de los acuerdos con ERC e IU. «No está contemplado ni previsto un cambio de escenario» en las alianzas, dijo, aunque en una posterior conversación informal introdujo un matiz temporal: «hoy no está previsto».
ERC no se quedó al margen del debate y avisó a los socialistas de que dejarán ser «socio» parlamentario «preferente» ante el acuerdo alcanzado por Zapatero y Mas sobre la carta autonómica. El secretario general de los republicanos, Joan Puigcercós, advirtió que a partir de ahora su grupo «no apoyará gratis» los proyectos gubernamentales ni las iniciativas legislativas del PSOE.
El número dos de ERC acusó al presidente de CiU, Artur Mas, de «someter los intereses de Cataluña a su programa electoral» de cara a las próximas elecciones y de «subordinar a Madrid los intereses de Cataluña». Puigcercós verbalizó el malestar de su formación al verse relegada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
Esta incomodidad y el cambio de actitud en el Congreso no traerá aparejadas otras consecuencias para el tripartito catalán porque ERC, dijo el dirigente republicano, defenderá una postura de «responsabilidad» y «cumplirá hasta el final» el acuerdo de legislatura con el PSC e Iniciativa per Catalunya porque «una cosa es el Gobierno y otra el Estatuto».