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RETABLOS FLAMENCOS

Pureza (III)

JOSÉ MARÍA CASTAÑO/
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Reseñábamos la pasada semana la curiosa anécdota ocurrida con una farruca de Rafael Riqueni en Córdoba. En tan sólo unos años había pasado de obra demasiado vanguardista a toque obligado en el Conservatorio Superior. Algo así como la quema de Galileo. El tema de la pureza flamenca ha sido uno de los conceptos que más a preocupado a Paco de Lucía. El más decisivo y universal de todos los músicos flamencos mantuvo siempre una actitud rebelde. Frente a los gruesos muros del mairenismo de su época, él y Camarón empezaron a saltar barreras con el único pretexto de hacerlo con el corazón y divertirse. Paco no ha dudado en ningún momento en abrazar otros horizontes, como el mundo del jazz, lo latino y lo clásico. En este último recibió no pocas bofetadas de instituciones como Andrés Segovia. «El nota me pone verde por interpretar a Falla o a Rodrigo pero nunca me dice por que», se quejaba el de Algeciras ante los achaques del concertista clásico. Para el de Lucía todo es enriquecedor y el purismo un concepto negativo en todos los órdenes. Recientemente concedía una entrevista en que se manifestaba en unos términos bien contundentes. «A mí me gusta que haya tanta gente queriendo hacer cosas nuevas, queriendo crear... la generación de mi niñez todos copiaban, y todo el mundo cantaba igual y tocaba igual... El tiempo luego cribará todo lo que se está haciendo y lo que sea bueno irá a engrosar la tradición flamenca y lo llamarán puro dentro de 60 años...»

Como sabio, por sus conocimientos y experiencias, Paco ya advierte la clave de todo esto: el tiempo. El supremo juez de todas las cosas. El que, como hemos dicho alguna vez, hace que pretendidas obras flamencas que iban a perpetuar la especie se hallen en el ostracismo de un estante de gasolinera y discos de los años 20, algunos de los cuáles fueron negados en su momento, se sigan vendiendo sin el menor reparo. En 1973, sale al mercado Fuente y Caudal y el corte Entre dos Aguas fue desechado al principio. Aquella rumba con los bongos, el bajo eléctrico... incluida como relleno del LP hizo al genial guitarrista llevar la guitarra flamenca a los números uno de las listas. Hoy sigue fresca. El secreto lo volvió a esgrimir el maestro: " lo verdaderamente importante es tener una mano agarrada a la tradición y la otra rascando, rascando...» Que algo queda.