Concurso de lapos
Actualizado: GuardarMal asunto cuando el fútbol anda necesitado de lapos, salivazos, gargajos, escupitajos y demás denigrantes precipitaciones para recuperar la audiencia perdida, ahora que todas las miradas apuntan hacia la cita undialista en Alemania y que el Barça amenaza con apropiarse de la Liga en lo que resta de esta primera década del siglo XXI. Se equivoca Javier Clemente cuando asegura que sólo escupen los que bajan de los árboles. Primero porque más que un comentario racista, su gracia le convertiría precisamente en el último mono en un concurso de payasos. Segundo porque Aimar ya demostró esta misma temporada que no hace falta subirse a la copa de un árbol ni tener la piel oscura para ser un guarro. Y tercero porque hasta el propio técnico de Etoo, el bueno de Rijkaard, ya hizo sus pinitos como certero lanzador de saliva hace unos años en un Alemania-Holanda; o sea que de casta le viene al galgo. El que sí ha sabido estar a la altura de las circunstancias en este cruce de declaraciones, que ha reactivado los fantasmas de Maradona y Goikoetxea, es Patrick Kluivert, ahora que no tiene sitio en un Valencia que se antoja como la verdadera alternativa al poder blaugrana. Comparto sus sabias palabras. Prefiero una buena tanda de ostias antes que recibir un esputo con vaya usted a saber qué tipo de adimentos. El fútbol (¿cuánto me duele la boca de decirlo!) hace tiempo que no es lo que era. Se ha abierto un agujero por donde se han colado de sopetón personajes anacrónicos de medio pelo que, con la justificación de mover a las masas, incrementar sus cuentas bancarias y goleadoras, ejercer de embajadores de la Unicef y apadrinar cualquier causa antirracista, acaban por insultar a la mano que les dio de comer y escupir con todas las televisiones como testigo para marcharse de rositas sin que la panda de descerebrados que componen el comité de disciplina deportiva mueva un dedo para condenar semejante aberración.