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Tabacaleras

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Las radios y televisiones andan revolucionadas por la nueva ley que impide fumar en los edificios públicos y exige separación de ambientes en los privados de más de 100 metros o que sea el dueño quien elija si se puede o no se puede fumar en los de menos de 100 metros. Todo esto ha dado lugar a corrillos aspirando humo en las aceras y la queja de los empresarios que ven a sus empleados salir a la calle una, dos o tres veces cada mañana para fumarse el cigarrillo. Sin hablar de las de los no fumadores que no ven por qué ellos mismos no pueden salir a la calle si pueden hacerlo los fumadores.

Hay de todo en las tertulias, incluso manipulaciones de la ley, como no podía ser de otro modo en un país como el nuestro donde la manipulación está a la orden del día.

Yo dejé de fumar pero no me molesta el humo. Por otra parte estoy segura de que fumar es pernicioso para la salud porque lo sufrí en carne propia y éste fue el motivo de que dejara de fumar.

Por lo tanto no es que esté en contra de la ley, pero lo que sí sé es que todo el peso de la ley recae sobre los fumadores y no sobre los fabricantes de tabaco.

Porque todos sabemos que además de la nicotina y el alquitrán que contiene la planta del tabaco, los cigarrillos llevan más de 600 productos químicos, permitidos por la UE, que se le añaden para potenciar el gusto y con él la adicción. Y la OMS señala que cada vez hay más pruebas de que los fabricantes aumentan la proporción de nicotina que, según el Colegio de Médicos de Reino Unido, es tan peligrosa como la heroína.

¿Hay control sobre el tabaco? Si es así, ¿por qué su composición no figura en el paquete como en los de los productos alimenticios y farmacéuticos?

Hay algo incongruente en el hecho de que se promulgue una ley para evitar que el monóxido de carbono llene los ambientes de trabajo y no se promulgue ninguna que limite los productos tóxicos del tabaco. Estoy segura de que los fumadores aceptarían mucho más esta nueva ley y entenderían que está destinada a disuadirlos de una práctica que les perjudica si vieran que se dedica la misma atención a vigilar que las mezclas con las que se hacen los cigarrillos no llevan tanto veneno como llevan. Ahora no entienden nada, y menos que se permita a las tabacaleras vender paquetes a un euro para que se enganchen los más jóvenes.

Lo mismo ocurre con la circulación: no podemos pasar de los 140 kilómetros/hora pero se permite la fabricación, exhibición, promoción y venta de vehículos que pueden alcanzar los 300 kilómetros/hora.

* www.rosaregas.net