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Ali Agca vuelve a prisión tras anular su excarcelación la Justicia turca

El tribunal acepta el recurso del Gobierno contra la liberación del terrorista «Os esperaba», dijo al ser detenido el hombre que quiso matar a Juan Pablo II

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Mehmet Ali Agca volverá a la prisión de la que salió el pasado 12 de enero después de haber gozado de sus primeros ocho días de libertad en casi 25 años. El tribunal turco equivalente al Supremo ha atendido el recurso presentado por el ministro de Justicia, Cemil Cicek, y anuló ayer la excarcelación del terrorista que intentó matar a Juan Pablo II en 1981. Agca fue detenido de inmediato en el barrio Kartal de Estambul por un grupo especial de la Policía y no opuso resistencia. «Os esperaba», habrían sido sus palabras. Ayer no se conocía la motivación de la sentencia, pero, si acepta los argumentos del Gobierno, quiere decir que reconoce un supuesto error en el recuento de los años de condena de Ali Agca. No está claro cuántos deberá cumplir todavía, pero la prensa turca habla al menos de ocho más.

El recurso argumentaba que tras cumplir 19 años de cárcel en Italia, donde se le concedió la gracia, y otros 5 en Turquía, el miembro de los Lobos Grises no habría cumplido los 25 años de pena impuestos, sino que le faltaban todavía 11 meses. La condena pendiente en su país, que se deberá revisar, se debe, tras varias reducciones, a dos atracos en bancos en los años 70 y al asesinato del director del diario liberal Milliyet, Abdi Ipekci, en 1979. La de la familia de este periodista ha sido una de las voces que más ha protestado por la liberación de Agca, al igual que gran parte de la prensa turca. En general, la medida causó escándalo en la opinión pública. El Vaticano siguió ayer la línea distante que ha mantenido en este caso y no quiso hacer ningún comentario.

«¿Soy Cristo!»

Al entrar en comisaría, Agca montó uno de sus números al ser rodeado por los periodistas. «¿No soy Dios, soy Cristo!», gritó en turco, inglés e italiano. «¿No me han arrestado, he sido yo el que ha venido!», añadió. Se cierra así un extraño capítulo que comenzó cuando salió de prisión en libertad condicional. Debía firmar un registro cada 12 horas en una comisaría de Estambul, porque un tribunal militar aún debía aclarar si tenía que realizar la mili, que en Turquía es obligatoria. Sin embargo, Agca no se presentó al día siguiente y cundió la alarma.

El gobernador de Estambul llegó a decir que ignoraban su paradero, pues ya era un hombre libre y no se le podía vigilar. Tal ingenuidad no fue creída por nadie, tratándose del responsable de uno de los grandes intentos de magnicidio del siglo XX y que nunca ha revelado la verdad del atentado. Más bien se temía por su vida, por si era eliminado nada más dejar la cárcel para evitar que hablara. El suspense se disolvió cuatro días después, cuando Agca acudió al hospital militar a someterse a un examen médico. Luego, volvió a desaparecer.

Al final fue declarado «no idóneo» para el servicio militar, por lo que quedó en total libertad. Aún estaba pendiente la resolución del recurso del Gobierno y, entre los sectores críticos con su liberación, se extendió el temor a que abandonara el país. La rapidez con la que fue detenido ayer -menos de una hora después del anuncio de la decisión del tribunal- revela que Agca estaba muy bien vigilado.