«Me he ganado la fama de polémico entre los árbitros»

-¿Porqué decidió cambiar el terreno de juego por el banquillo?

-Me vi obligado a hacerlo por culpa de una lesión. Cuando tenía dieciseis años sufrí una grave lesión en la rodilla que me retiró del campo. El médico me dijo que si no dejaba el fútbol, podría quedarme cojo.

-Ante amenazas como esas no hay nada que hacer.

-Ni mucho menos. Yo jugaba de lateral izquiedo, el entrenador me decía que tenía mucha garra, y no se si hubiera llegado a algo... A lo mejor podría haber jugado en el Cádiz o el Cádiz B.

-¿Sólo ha entrenado al Loreto?

-Sí, un grupo de amigotes se lo propusimos al presidente del Loreto y aceptó. Ahora estoy cumpliendo mi segunda temporada.

-¿Cómo vive los partidos desde el banquillo?

-La verdad es que los vivo muy intensamente. Los jugadores me ponen muy nervioso porque en los entrenamientos me hacen una cosa y en los partidos otras. Menos mal que tengo a algunos pilares que me aguantan el tipo.

-¿Y con los árbitros qué tal se lleva?

-No demasiado bien. Me paso los partidos peleándome con los colegiados, pero es que los árbitros no valen nada en la Liga Local, se dejan intimidar más de la cuenta.

-¿Le han expulsado alguna vez?

-Sólo me han echado una vez. Le dije a un árbitro que era muy malo. Me dio un aviso y como se lo volví a repetir me sacó la tarjeta azul directamente. Me castigaron con una sanción de cinco partidos porque alegó que le quería agredir.

-No tiene una relación demasiado cordial con los trencillas.

-Ni mucho menos. Además, los árbitros lo van comentando entre ellos y ya me he ganado la fama de polémico, y saltan a la mínima que hago.

-¿Trasmite esa tensión a los jugadores?

-Considero fundamenta estar muy concentrado y tener sangre cuando se está jugando. Pero a mis jugadores les digo que se olviden de la violencia y de las protestas.

-¿Piensa formarse como árbitro?

-No, sólo es una afición para divertirme. Me apasiona pero no me sacaré el carné.