Como unos gaditanos más
Steve Dimelow y su esposa llegaron a Chiclana buscando el sol y la tranquilidad, pero abrieron un supermercado y al final, han decidido quedarse
Actualizado: GuardarMás de la mitad de los 2.526 ciudadanos extranjeros que están oficialmente censados como residentes en Chiclana a fecha de 11 de enero son de procedencia británica.
Uno de ellos es Steve Dimelow, de 30 años de edad, que buscando las bondades del clima y anhelando el descanso y la tranquilidad del sur de España llegó hace tres años a la Costa del Sol. Tras comprobar que el boom turístico de Málaga impedía sus pretensiones Steve emprendió junto a su mujer y los padres de ésta un viaje más hacia el sur hasta llegar a establecerse el pasado mes de abril en Chiclana.
Nada más llegar este súbdito inglés, que atendía amablemente ayer a LA VOZ con su español incipiente, buscó la manera más efectiva de ganarse la vida y decidió montar su propio negocio volcando sus conocimientos del mundo del comercio en el supermercado Monopoly, situado en la urbanización Los Gallos de este municipio que surte de productos ingleses a toda la zona.
Satisfecho por esta decisión y con intenciones de quedarse «para toda la vida», Steve compagina su trabajo con los quehaceres habituales de un ciudadano de pleno derecho. Y es que la ciudad de Chiclana, como ocurre con otras del entorno como Conil o El Puerto de Santa María, es una de las que mayor población extranjera tiene en estos momentos en la provincia ya que muchos de los ciudadanos de centroeuropa (Alemania, Bélgica o Reino Unido) que llegan de visita o turismo se quedan a vivir un retiro tranquilo en la Costa de la Luz.
Alemanes y marroquíes
Junto con el colectivo de británicos, que supone con 506 empadronados a 1 de enero de 2005 el 27 por ciento del total de foráneos, los siguientes colectivos más numerosos son los alemanes y los marroquíes.
En el caso de los alemanes, sus motivaciones son muy parecidas a las de Steve, ya que la mayoría son trabajadores que buscan un mejor clima que el de su país y compran una residencia bien para montar algún pequeño negocio o bien para disfrutar de su pensión.
Sin embargo, la cosa cambia con el colectivo marroquí, ya que ellos vienen sobre todo a trabajar.