Tribuna

Las ballenas y el ruido en los océanos

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Aún cuando ocupa el 80% de la superficie del planeta, el océano, por su inaccesibilidad y difícil observación permanente, es la parte menos conocida de este. Sin embargo, el movimiento del agua en los océanos influye en la vida humana en una gran diversidad de formas. En tierra, los contrastes del clima entre los polos y el ecuador se ven disminuídos, en gran parte, por la presencia de los océanos que contribuyen a la redistribución del calor desde el ecuador a los polos facilitando, de esta forma, que la climatología del planeta esté controlada a través de complejos fenómenos, no siempre suficientemente conocidos, que controlan la transferencia de energía entre el aire y el mar.

A veces resulta sorprendente conocer que, en el medio marino, se desarrollan continuamente una cantidad tan elevada de procesos que convierten, a los océanos planetarios, en un lugar tan ruidoso como los alegres sábados de una gran ciudad del mundo desarrollado. Una parte de este ruido de fondo tiene origen antropogénico y responde al tráfico marítimo y la actividad militar, científica o pesquera y, otra parte, responde a un origen biológico, producido por peces, crustáceos y donde los mamíferos marinos, para comunicarse entre ellos, llegan a producir emisiones de tan alta potencia, en el margen de las bajas frecuencias, que llegan a interferir con la instrumentación científica.

Actualmente los equipos acústicos a bordo constituyen la base de los sensores de los buques oceanográficos, podríamos decir que son sus oídos y sus ojos y, en el caso concreto de los remotos y aislados mares antárticos, son una herramienta fundamental para el desarrollo de una cartografía náutica que garantice la seguridad en la navegación, los estudios de las estructuras de los fondos marinos y el desarrollo de la oceanografía necesaria para los estudios del medio ambiente antártico, para conocer las variaciones que puede producir la respuesta de los océanos ante un posible cambio climático.

Todos estos sonidos, provocados por la actual tecnología, son nuevos en el océano y su efecto sobre las especies marinas en gran parte desconocido. Científicamente se desconocen exactamente sus efectos, pero se considera que el riesgo potencial que producen estas tecnologías son una combinación de la frecuencia, la potencia y los efectos locales que definen la interacción del sonido con estos animales. En diversos océanos se ha observado que los cetáceos evitan zonas con un alto nivel de ruido y se encuentran documentados casos de daños directos producidos a las ballenas por sonidos instrumentales de baja frecuencia.

Por todo lo anterior y, aunque no parece existir una clara evidencia que justifique la limitación en la utilización del equipamiento acustico en las zonas antárticas, muchos piensan que podría estar justificada la adopción de determinadas medidas que mitiguen el impacto potencial del sonido emitido por los barcos oceanográficos, sobre los mamíferos marinos en los aislados y remotos mares australes.

En este sentido parece necesario el tratar de impulsar los estudios sobre la propagación del sonido en las condiciones singulares de temperatura y salinidad de la antártica y comprobar las reacciones que se producen en los mamíferos estudiando la movilidad y productividad de sus poblaciones y su correlación con las emisiones acústicas y el ruido ambiental.

Por estas razones, y de una forma más concreta, existe, en determinados sectores del mundo científico, una preocupación extendida sobre el posible efecto acumulativo del sonido de origen humano en el medio marino Antártico. Debe tenerse en cuenta que, mientras en gran parte del planeta la contaminación acústica es algo casi permanente que ha debido conducir a un determinado equilibrio, en la antártica la contaminación acústica de origen antropogénico es algo nuevo y, aunque es muy inferior al que se detecta en otras áreas, la fauna puede no haberse acostumbrado y su efecto inducir reacciones diferentes a las que se vienen registrando en el resto de los océanos.

Por lo anterior y, en estas circunstancias, parece lógico que el mundo científico estudie y recomiende la adopción de una serie de acciones que minimizarían el impacto del ruido en el océano antártico, sin disminuir el acceso a la necesaria información científica.

Para el estudio, desde la Ciencia, de estos aspectos el Comité Científico de Investigación Antártica ha promovido una reunión en la Universidad de Cádiz para el Estudio de los riesgos asociados al ruido acústico en el Océano Austral; en sesiones que se desarrollaran en el Centro Andaluz de Ciencia y Tecnología Marina, entre los próximos días 23 y 26 de Enero. Sus resultados permitirán conocer mejor nuestro planeta y recomendar, al Comité Consultivo del Tratado Antártico, la situación y medidas que permitan compaginar Ciencia y Medio Ambiente en las aisladas y remotas regiones antárticas.