BRETAÑA. El presidente francés, Jacques Chirac, sube a bordo del submarino atómico 'Le Vigilant', atracado en la base de Ille Longue. / AFP
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Francia contempla la respuesta nuclear a un ataque de terrorismo de Estado a gran escala

El presidente Chirac lanzó la advertencia durante su visita a una base de submarinos en Bretaña, aunque eludió citar a países concretos Petróleo y los aliados, entre los protegidos por el paraguas atómico galo

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Jacques Chirac advirtió ayer de que Francia se reserva el derecho de responder con su arsenal atómico a ataques terroristas teledirigidos por potencias regionales, como Irán o Corea del Norte, aunque no citó a ningún país. Esta adaptación de la doctrina gala de la disuasión a las nuevas amenazas de la posguerra fría incluye los suministros de petróleo y la defensa de los aliados, prioritariamente europeos, bajo la cobertura del paraguas nuclear.

«Los dirigentes de los estados que recurran a medios terroristas contra nosotros, así como aquellos que contemplen utilizar de un modo u otro armas de destrucción masiva, deben comprender que se exponen a una respuesta firme y adaptada por nuestra parte», proclamó el presidente francés en una visita a la base naval de submarinos nucleares de Ille Longue (Bretaña). Esa respuesta puede ser convencional «o de otra naturaleza», añadió con un eufemismo alusivo al arma atómica, en poder de Francia desde 1964.

El discurso, cuarto de Chirac sobre la cuestión en diez años de mandato, confirma el giro iniciado en 2001 cuando, con el consenso del socialista Lionel Jospin -entonces primer ministro en cohabitación-, se pasó de la disuasión del débil al fuerte a la del fuerte al loco. Con esta ilustrativa imagen los estrategas militares definen el tránsito de la amenaza desde las potencias del bloque soviético al macroterrorismo de Estado, pero no al de organizaciones tipo Al Qaeda. Como precisó Chirac, el arma nuclear «no está destinada a disuadir a terroristas fanáticos».

Fiel a la ortodoxia disuasoria de que el adversario nunca debe ser explicitado, el presidente de Francia -y jefe de sus Ejércitos- no citó los nombres de esos potenciales enemigos desde ahora en el punto de mira de sus cerca de 300 cabezas nucleares (frente a 6.000 de Estados Unidos o Rusia). Pero cuando París está en primera línea de los esfuerzos para impedir a Irán la reanudación del enriquecimiento de su uranio, fue transparente su alusión a Teherán al evocar «la tentación de ciertos estados de dotarse del poderío nuclear, contraviniendo los tratados».

Redefinición de intereses

La mayor novedad del testamento nuclear de Chirac -ya que se da por sentado que no se presentará a la reelección el año próximo- reside en la redefinición de los intereses vitales de Francia. A las nociones clásicas de integridad territorial, protección de la población y libre ejercicio de la soberanía nacional se añaden ahora otras dos premisas: «La garantía de nuestros suministros estratégicos y la defensa de los países aliados».

Según expertos en geoestrategia, la primera alude a la preservación de las necesidades energéticas de Francia, en especial de los abastecimientos petrolíferos. El capítulo de las alianzas tiene lectura en clave de Unión Europea, dónde sólo Reino Unido -asimismo miembro permanente del Consejo de Seguridad- tiene también paraguas nuclear. «En su momento, deberemos plantearnos juntos la cuestión de una defensa común que tenga en cuenta las fuerzas de disuasión existentes, con la perspectiva de una Europa fuerte y responsable de su seguridad», indicó el presidente galo.

En el terreno operativo, Chirac desveló la reducción del número de cabezas nucleares efectuada en algunos de los cuatro submarinos lanzamisiles con los que cuenta la flota. La nueva configuración, que permite una mayor precisión de tiro, está encaminada a represaliar directamente los «centros de poder» de un enemigo regional y su capacidad de actuar. La doctrina tradicional de la Guerra Fría consistía en dejar planear la amenaza de una destrucción masiva de ciudades o territorios equivalente o superior a la sufrida en un ataque nuclear. Ahora se abre otra opción, «entre la inacción y el aniquilamiento».

El presidente francés descartó el recurso a los medios nucleares en un conflicto clásico a diferencia de EE UU, que desarrolla minibombas de ese tipo. Tras el fin de las pruebas en el atolón de Mururoa y el abandono del misil Hadès, Francia consagra a la disuasión nuclear en torno a 3.300 millones de euros al año, lo que representa el 10% del presupuesto de Defensa.