Lo importante es participar
Varios equipos de las categorías inferiores aún no conocen la victoria desde que comenzara la liga en octubre y cada actuación es una goleada encajada
Actualizado: GuardarProbablemente, buena parte de los niños que pertenecen a estos equipos, que no están teniendo mucha fortuna desde que comenzara la competición allá por el mes de octubre, no consigan emular a Ronaldinho y hacerse con el Balón de Oro.
Es más que probable que no puedan llegar a ser como Beckham, tal y como sueña la protagonista de la cinta de Gurinder Chadha, y que sus días de fútbol pasen por emular a los Fernando Tejero, Ernesto Alterio o Alberto Sanjuán, utilizando este deporte como vía de escape y como actividad para disfrutar. Muchos serán arquitectos, ingenieros, abogados o médicos.
Pero, y aunque suene a tópico y a consuelo, por encima de los números y de las victorias, de los goles a favor y de las grandes tardes de gloria, lo verdaderamente importante es participar. Hacer la mochila cada domingo y cerrar la cremallera apretujando la ilusión entre la camiseta y las calzonas, sentarse con los compañeros a tomar el bocadillo una vez finalizado el encuentro, terminar con los deberes cuanto antes para poder ir tranquilo a los entrenamientos o ser capaz de compartir un vestuario son cosas que, aunque parezcan insignificantes, intervienen de manera importante en la formación. Son parte de las pequeñas cosas que ponen la sal a la vida.
Por citar algún ejemplo que resalta más a la atención cuando se echa un somero vistazo a las clasificaciones, podría destacarse el caso de conjuntos como el Liceo cadete, que lleva 15 derrotas en 16 partidos (9 goles a favor y 150 en contra) y su primer y único punto fue el logrado este fin de semana al empatar contra la Puertorrealeña, penúltimo clasificado con 4 puntos, el Rayo Sanluqueño infantil, que cuenta por derrota todas sus comparecencias y que ha encajado la friolera de 136 tantos, mientras que sus delanteros únicamente han podido hacer cuatro goles, el Trebujena alevín, que suma un punto y lleva 123 goles en contra o el Nueva Isla benjamín, sin puntos en su casillero y con 101 goles en contra por 23 a favor.
Pero no está la cuestión en hacer sangre, sino en destacar la entereza de unos niños que, a pesar de los chaparrones constantes, son capaces de sobreponerse semana tras semana para seguir haciendo lo que más les entusiasma, que no es otra cosa que jugar al fútbol.
Posibles motivos
Es evidente que a edades tan tempranas, las diferencias técnicas entre los jugadores no llegan a ser tan desequilibrantes como para que se produzcan estas situaciones tan extremas, por lo que los motivos han de deberse a factores externos.
Uno de los más importantes es la presión. Cuando las cosas salen mal y los resultados no terminan de acompañar, saltar al terreno de juego comporta una presión que se acrecienta con el paso de las jornadas. Pasa en el fútbol profesional y, como no podía ser de otra manera, también hace mella en los equipos de las escalas inferiores.
Además, en la mayoría de los casos, los padres suelen estar presentes en los partidos de sus hijos, y no es ningún secreto que, alguno que otro, se deja llevar por los nervios en algunos lances del juego e interviene criticando las decisiones del árbitro, la estrategia del entrenador... Eso también puede llegar a afectar de forma directa a los chavales.
También se da en algunos equipos la desmotivación, el pensar que no se tiene calidad para lograr un resultado positivo, que el equipo que se tiene en frente es superior y que, por mucho que se haga, todo el esfuerzo va a terminar siendo inútil.
Es ahí donde entra en juego la labor de técnicos y entrenadores. Si el Barça gana una liga y el Madrid, con todas las estrellas, no termina de encontrar su juego, buena parte de la culpa la tendrán los directivos. A pequeña escala, pasa exactamente lo mismo.