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El viaje que fue... y el que pudo ser

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Rosa tiene un protector muy especial. Elaborado con las fotos que ella y su chico se toman en los mil y un viajes que hacen juntos. «Me las pongo en el ordenador para recordar que el sentido de aguantar un terrible día de trabajo tras otro es tener posibles para escaparse en cuanto se puede. A menudo las miro para relajarme y recordar buenos momentos. La mayoría, dando brincos por la montaña. Un lugar bastante alejado de todo esto», dice en referencia a su oficina llena de ordenadores.

Entre los asiduos de la evocación hay todo un catálogo de amantes de los paisajes que hacen de su escritorio un verdadero mural de lugares imposibles que no siempre se han visitado o simplemente se pueden visitar. Mientras Miguel tiene una visión espacial descargada expresamente de una web de fondos de escritorio, Maribel tiene una paradisíaca playa que venía de serie en el ordenador y a la que «no le importaría» escaparse.

«Yo puse una imagen hecha en La Habana después de pasar el ciclón», explica Tatiana,«en ella sale un montón de gente nadando, saltando y jugando en lo que tendría que haber sido una calle... La elegí porque me encantaría conocer Cuba y porque me pareció fascinante la alegría con la que se tomaban lo que había pasado. Es mi objeto de relajación para los cabreos».