Cartas

Vigilantes de seguridad

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Tras la aparición en la edición del día 15 de enero de LA VOZ del reportaje, escrito por su redactor, señor Villasante, sobre la situación de los vigilantes de seguridad en nuestra provincia, he comenzado a recibir llamadas de empleados que ponen de manifiesto la omisión en dicho reportaje del nombre de nuestra empresa, Serramar, como una de las que trabajan en el sector de la seguridad privada en la provincia de Cádiz.

Vaya por delante que han sido la presiones de algunos trabajadores las que me han forzado a dirigirme a usted para aclarar que la empresa que dirijo es la única de seguridad privada, de ámbito nacional, que desde hace casi veinte años tiene su sede en Cádiz, se constituye con capital gaditano y, actualmente, emplea en toda España a unas mil personas, sólo en el sector de la seguridad privada.

Como quiera que las iniciativas empresariales de cierto volumen no florecen en nuestra provincia, nos sentimos especialmente orgullosos de ser la mayor empresa gaditana de seguridad, y una de las más grandes de Andalucía, aunque dentro del sector nuestro tamaño sea aún mediano.

Dicho esto, y sin que la omisión de nuestra referencia en el reportaje tenga mayor importancia, le ruego transmita a su redactor mi coincidencia casi total con el análisis que hace de los problemas del sector. No obstante, debe saber que hechos como los sucedidos en Madrid trascienden cualquier problema laboral, y que su origen no hay que buscarlo en la profesión de agresor y víctimas, que no es en modo alguno esencial al suceso. Hechos similares se han producido, desgraciadamente, en ámbitos bien distintos al de la seguridad privada.

Todo esto no nos debe hacer olvidar que la práctica totalidad de los vigilantes de seguridad que trabajan hoy en España son abnegados servidores de la seguridad ciudadana, colaborando en el mantenimiento de la misma más allá de lo que sus obligaciones laborales imponen. Recuerdo el comportamiento de los vigilantes de la estación de Atocha el 11-M, fundamental para evitar consecuencias mayores en esa tragedia, que tuvo en los medios una repercusión menor que este triste suceso.

Jesús Nagore Encabo. Cádiz