No a las vacaciones sanitarias
Actualizado: GuardarNo existía la más mínima duda al respecto; en las pasadas fiestas navideñas se han vuelto a cerrar múltiples recursos asistenciales en los centros sanitarios públicos andaluces. La estrategia del cierre programado, es decir pre-establecido, de recursos públicos se ha consolidado en el tiempo y en la actualidad no hay ni discusión de que en estos momentos ya está decidido por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía cuántas camas hospitalarias van a cerrarse en los periodos vacacionales (tan frecuentes en el calendario nacional), cuántos quirófanos se van a clausurar, cuántos hospitales de día van a suspender sus actividades, cuántos programas van a dejar de realizarse en los centros de salud, cuántos profesionales no van a ser sustituidos en sus vacaciones reglamentarias, cuántos servicios centrales van a disminuir su actividad programada, etc. Y lo que es más preocupante es que esta estrategia es cada vez más prolongada en el tiempo (actualmente, se pueden comparar a las vacaciones escolares) y cada vez afecta a más servicios asistenciales. Se ha perdido el pudor y se hace sin disimulo y con mayor descaro. Como si fuera una cuestión normal o indiscutible.
Las razones que la Administración utiliza para justificar estas medidas son diversas pero se pueden resumir en: los cierres son para realizar obras de mejora en estos servicios o bien no hay profesionales que puedan sustituir a los que toman sus vacaciones programadas. Estos argumentos no son ciertos en la mayoría de las ocasiones y explicaría un número muy pequeño de casos. Otra justificación es que los pacientes no quieren utilizar esos servicios asistenciales en esos periodos: el ejemplo más frecuente que se utiliza es que los ciudadanos no quieren intervenciones quirúrgicas en verano. Este argumento carece de sentido, puesto que no se le pregunta a todos los que están en listas de espera.
Para culminar el desatino de estas decisiones de «gestión sanitaria», destacar que estos cierres afectan prioritariamente a servicios con largas listas de espera (fundamentalmente quirúrgicos y servicios centrales).
Nuestro análisis es bien diferente. Se ha «descubierto» el ahorro económico que significa no sustituir a un buen número de trabajadores sanitarios en sus diversos periodos vacacionales. El único sentido que tiene esta cuestión es adecuar los recursos a las necesidades asistenciales de la población. No es posible aceptar que es lo mismo el cierre de recursos sin importar la ciudad en la que se realiza (destino turístico o no, por ejemplo). Se podría en algunos lugares disminuir los recursos (no cerrar) y en otros habría que aumentarlos.
Esta estrategia está teniendo consecuencias muy negativas para la eficiencia del sistema sanitario público. El ciudadano debe recibir la mejor asistencia posible en todo momento. El servicio sanitario público debe ser permanente y el mejor posible durante todo el año. Las enfermedades no tienen vacaciones.