«Franco siempre vio en don Juan Carlos el hijo que hubiera deseado»
El autor de 'Franco y los Borbones' analiza con espíritu crítico la relación del dictador con los aspirantes al trono
Actualizado:Debía de ser varón, rebasar los treinta años, de convicciones católicas y fiel a los principios del Movimiento. Con ese perfil cualquiera de los pretendientes al trono podía hacerse con la Corona española, según la Ley de Sucesión aprobada en 1947. En realidad, mediante este instrumento legal, Francisco Franco, el vencedor de la Guerra Civil y máxima autoridad del régimen surgido tras ella, se atribuía el derecho a designar rey y, asimismo, a revocar el nombramiento.
El historiador Xavier Casals ha publicado Franco y los Borbones, un ensayo editado con la colaboración del grupo Planeta, sobre la larga relación entre el Generalísimo y los Borbones, que incluye al derrocado rey Alfonso XIII y los diversos aspirantes a recuperar la monarquía, un proceso repleto de encuentros, divergencias e incertidumbres que ha plasmado en una reciente obra.
-Según su obra, Alfonso XIII resultó decepcionado por la actitud de Francisco Franco.
-La relación entre ambos surgió con una audiencia pedida por el militar para solicitar cierta re-compensa y se solidificó con el tiempo hasta el punto de que recibió el cargo honorífico de gentilhombre, que implicaba la entrega de una llave para entrar en los aposentos reales. El rey, desde su exilio, se hizo la ilusión de que la conspiración le permitiría retornar al trono porque ha sido su general quien la ha promovido, pero el bloque monárquico se decantó por su hijo don Juan. Alfonso XIII abdicó en enero 1941 y murió en febrero, y yo apunto la hipótesis de que la indiferencia de Franco le sorprendió y dolió.
-Se le han achacado escasas capacidades como gobernante y, sin embargo, el dictador fue un hábil manipulador de los pretendientes.
-Esas acusaciones no responden a la pregunta fundamental sobre su larga permanencia en el poder. Creo que su arte de saber durar se basa en el aprendizaje marroquí y no sólo en términos militares, en las lógicas de dominio y represión que aplicará en buena medida durante la Guerra Civil, sino también de manipulación. Convenía dividir a los indígenas y él jugó así con las familias políticas y las facciones monárquicas, mediante silencios y ataques contundentes y certeros. Habría que llamarlo Franco el Africano.
-¿En qué consistía su estrategia para elegir al futuro rey?
-Orquestó un baile de pretendientes. Dio alas a la pretensiones de don Jaime, el hermano sordomudo de don Juan, pero también trajo a Madrid a su hijo, don Alfonso, buscando un recambio por si don Juan Carlos le salía rana o rechazaba la oferta por fidelidad a su padre. Paralelamente, los carlistas actuaron en torno a don Javier Borbón y Parma y su sucesor, Carlos Hugo. Alentó a unos y otros, lo que le permitió levantar la liebre sucesoria muy tarde, mientras que para algunos aspirantes lo fundamental no era esgrimir derechos, sino caer bien a Franco. -¿Por qué no se coronó el mismo? Esa posibilidad también fue barajada por sus partidarios.
-Existen varias hipótesis al respecto. Es cierto que pudo decantarse por la opción, tal y como lo hizo el padre del Sha de Persia. La más viable es que rechazó la idea porque hubiese roto el frágil equilibrio de poder sobre el que se sustentaba y que aglutinaba facciones antagónicas en tensión permanente, desde mo-nárquicos partidarios de don Ju-an, carlistas y falangistas, republicanos aunque no se manifestaban como tal, hasta militares fragmentados entre sí. Ahora bien, tampoco lo necesitaba porque actuaba como un rey de hecho. Si Alfonso XIII era el rey soldado, Franco actuaba como el soldado rey.
-La actitud de don Juan parece la más desconcertante.
-Era un personaje inexperto políticamente porque Alfonso XIII, su padre, lo ha mantenido al margen de todo. Utilizó tácticas cambiantes. Le vemos aproximarse al Generalísimo pero también jugar la carta británica, lógica por el parentesco con su familia real, y la de la oposición republicana e, incluso, llegó a flirtear con los anarquistas. El decía que no hacía política, sino dinastía, y eso vale para un roto y un descosido.
-¿De qué manera influye la marcha de su hijo?
-Las posibilidades del pretendiente residente en Estoril decayeron cuando aceptó el traslado a España de don Juan Carlos. Franco quería que viniera para que estudiara y estudiarlo. Entre el joven y el dirigente se creó una relación de afectos sustitutivos. El príncipe vio en Franco una figura paterna y Franco en él aquel hijo que hubiera deseado. La relación se estrechó con el tiempo y la proximidad, siempre en detrimento de las expectativas del padre, que recelaba de la fidelidad del muchacho. Don Juan Carlos se encontraba en una situación muy complicada, convertido en una especie de rehén, garantía de las aspiraciones pa-ternas y a su vez, límite para sus acciones.
-¿Por qué no intentó transmitir al heredero su ideario político?
- A diferencia de sus seguidores e incluso detractores, Franco veía que el futuro era más incierto de lo que parecía. Sabía que su régimen se basaba en un poder personal e intransferible y no le gustaba el supuesto rumbo que adquiriría el país tras su muerte. Como los faraones, pensaba que el mundo se acabaría tras él.
-¿Cómo eran las relaciones entre los aspirantes?
-Se entrevé proximidad y tensiones entre don Juan Carlos y don Alfonso, sobre todo cuando se casa con María del Carmen Martínez-Bordiú, la llamada boda de los nietísimos. En el aquel tiempo el enlace causó una gran inquietud política, aunque hoy parezca relegado a un episodio más de la prensa del corazón.
-También destaca el relieve de la princesa doña Sofía
-Su trascendencia no es menospreciable. Cae bien a Franco, sintonizan en el sistema de valores, aunque no en los principios políticos. Ella refuerza la figura de su esposo y tiene iniciativa propia. Poco antes de la boda, el dictador recibió a Carlos Hugo, no para alimentar grandes expectativas para los carlistas, sino para dar a entender que no hay nada decidido. Con la ley de Sucesión organizó una gran partida de ajedrez sucesorio.