Ya se enterará en su momento
Actualizado: GuardarSe aprobaron los presupuestos para el presente año en el Ayuntamiento de Cádiz. El que debiera ser el principal debate de la ciudad ha pasado casi de puntillas por la escasa información que ha aportado sobre nuestro futuro más inmediato. El de los presupuestos debería ser el momento en que se concreta el modelo de ciudad que se quiere, pues siendo siempre insuficiente el dinero para contentar a todos, hay que elegir qué se hace y qué se deja para más adelante, que a veces es nunca. Esa elección siempre será cuestionable, opinable. Cada partido tiene derecho a defender la opción elegida. Y el que gana las elecciones, a conseguir que sea él quien decida lo que se va a hacer y lo que no; a gobernar, en suma.
Esa gestión de fondos públicos, es decir de todos, tiene sus mecanismos de control para evitar desde el abuso al despilfarro. Que los ejerza la oposición, o un ciudadano que escribe una carta, o un juez que determina que una decisión no se ajusta a la legalidad, debería tranquilizarnos a todos. Pero casi nunca es así para el que siente esa vigilancia legítima como un acoso malintencionado.
El equipo de gobierno popular gaditano, siempre que cumpla la legalidad, tiene todo el derecho a distribuir los fondos públicos como mejor le parezca para ejecutar el programa, o la idea de sociedad, que quiso la mayoría de los gaditanos. Pero también éstos, lo votaran o no, tienen derecho a saber en qué se gastan sus impuestos. La casi absoluta mayoría de las inversiones previstas para este año dependen de la enajenación de inversiones y concesiones administrativas. Son operaciones que se van a hacer con el patrimonio de la ciudad, sin que nadie haya creído necesario dar más explicaciones. Cuando la oposición le preguntó en el Pleno, el Delegado de Hacienda contestó: «Ya se enterará en su momento». ¿Alguien se imagina que el presidente de su comunidad de vecinos diera esta respuesta cuando presenta las cuentas? No habría Policía Local para contener la trifulca.
Curiosamente, estas educadas maneras de comportarse se producen una semana después de que se criticara a una ministra por ignorar el Ayuntamiento en su visita. La cortesía como un valor a la baja. Pero el exabrupto no debería ocultar lo que es un grave defecto de estos presupuestos: las partidas genéricas y sin especificar. Un presupuesto no es, como ha declarado Teófila Martínez, algo que «no está cerrado, porque es un proyecto que se desarrolla a lo largo de un año, donde un gobierno pone sus previsiones». En la ley Reguladora de Haciendas Locales se dice que esa previsión, como estimación, sólo se puede hacer de los ingresos mientras los gastos máximos deben estar perfectamente determinados. Es más, esos gastos deben incluir, «con la debida especificación», con qué dinero van a pagarse.
Ahora mismo no sabemos con qué van a pagarse esas inversiones, seguramente necesarias. Ni sabemos si los responsables de elaborar ese presupuesto tampoco lo saben o si sólo han decidido que no tienen por qué explicárnoslo. La duda no es baladí porque ya hemos tenido otras muestras de improvisación, con gastos inútiles de los que no se responsabiliza nadie: desde pintar un carril-bus y decidir luego que no hacía falta hasta colocar alcorques para árboles en el centro de una calle por donde pasan las procesiones. Como también me parece derroche de dinero público esos dieciséis millones de pesetas gastados hace sólo una semana en resanar el mismo Fondo Norte del estadio que va a tirarse dentro de cinco meses, según se anunció ya en diciembre, gracias a una operación de crédito con el Banco Santander Central Hispano. Que, supongo, no habrán formalizado aún porque la misma ley de Haciendas Locales obliga a que, en el momento de suscribir ese crédito, el Ayuntamiento disponga ya del presupuesto aprobado, condición que sólo se ha cumplido en enero. Tampoco se creyó necesario explicar las condiciones de esta adjudicación, sin publicidad ni concurrencia de ofertas. Lo dicho: ya nos enteraremos en su momento. O no.