PAN Y CIRCO

Extraño en su casa

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A muchos les ha chocado ver esta semana como era el supuesto escudero de Alonso quien hacía debutar el R 26 de ocho cilindros sobre el trazado jerezano, cuando lo más lógico hubiera sido que el vigente campeón del mundo protagonizara semejante privilegio. Pero como donde las dan, las toman; la escudería francesa ya ha dejado muy claro cuál va a ser a partir de ahora, y después de la bofetada recibida hace muy pocas semanas, su modus operandi con el asturiano. Que las relaciones entre piloto y equipo no son las de antes es obvio, sabiendo de antemano que el primero manejará un McLaren dentro de doce meses. Pero a poco que se conozca a quien llevará este año el número uno, bien haría Renault en mantener el status del español que la ha convertido, por primera vez en su historia, en campeona del mundo. Cualquier intento por otorgar a Fisichella algún galón por encima de su auténtica valía, conduciría a unos y otros directamente al fracaso. Esta fructífera relación no merece un desenlace tan caótico, aunque su fin haya sido anunciado a bombo y platillo por Ron Dennis. No parece de recibo que el traumático adiós de una de las partes desencadene semejante polvareda porque ambos tienen mucho que agradecerse, pero -si me apuran- más Renault a Alonso que viceversa. Briatore sabe, más por perro que por viejo, que sin las mágicas manos de su todavía pupilo no hubiera sido posible un 2005 tan glorioso e inolvidable; y en la factoría gala (tal como destapó en su momento Autosport), sólo los históricos resultados del ovetense forzaron un cambio de política que apuntaba a cortar por lo sano con su costoso paso por la Fórmula 1. Que Fernando Alonso pueda sentirse como un extraño en su casa, con todo lo que se avecina esta temporada, es un feo que no se merece ni por asomo y que a la postre perjudicaría los intereses deportivos de quien le paga y se ha beneficiado hasta cotas inimaginables de sus servicios.