Peligrosa inflación
Actualizado: GuardarCon una ligera desviación con respecto a lo previsto en diciembre, el Instituto Nacional de Estadística ha hecho público el dato definitivo del cambio anual en el Índice de Precios al Consumo; y los negativos pronósticos terminaron por cumplirse. Los precios subieron un 3,7% durante el pasado año, y lo hicieron además para convertirse en la tasa más desfavorable de los últimos años. Esto es una mala noticia para la economía española porque el incremento del IPC aumenta los precios relativos de los bienes y servicios generados en España y, por lo tanto, pone a nuestro sector exportador en desventaja. Pero además, la inflación disminuye la capacidad de compra del consumidor, eleva la carga fiscal, desincentiva el ahorro y, sobre todo, y lo que es más peligroso, fomenta la indexación de precios y salarios, y con ello la espiral de un nuevo aumento de los mismos.
Algo está funcionando mal en la economía española porque aunque sea cierto que el régimen monetario europeo esté siendo demasiado laxo para un país que, como el nuestro, crece por encima del 3%, además de la política monetaria ¯en cuyas decisiones centrales pesa más la influencia de las estancadas Alemania o Francia¯, el comportamiento de ciertos sectores económicos españoles también tiene mucho que ver con la tasa de inflación que soportamos. Tiene poco sentido, por ejemplo, que nuestros textiles, zapatos, complementos o utensilios del hogar y en general los bienes duraderos no sólo no estén cayendo rápidamente de precio, sino que están incluso aumentando. Los responsables económicos españoles tienen ciertamente poco control sobre las variables monetarias, pero sí tienen influencia sobre las condiciones de competencia en el mercado, y en este sentido no parece haber mucho progreso. Aunque las perspectivas para el año que viene no sean tampoco favorables: El Instituto Flores de Lemus, de la Universidad Carlos III de Madrid, ya ha advertido de un incremento aún más acentuado del IPC para el primer trimestre de este año, una desaceleración durante el verano -seguida de un repunte a final de año- y un resultado final del 3,5%. La probabilidad de llegar al objetivo comunitario del 2% es nula, e incluso el objetivo declarado por nuestro Gobierno -2,5% para finales del 2006- será muy difícil de alcanzar si no se actúa con rapidez hacia la liberalización de sectores. Sin embargo, la ausencia de una reforma laboral o el cariz que toma el Plan de Actuación del Comercio Interior que intenta insertar en la distribución comercial el control de márgenes, por no mencionar los primeros anuncios que se han hecho sobre la llamada Ley de Sobreendeudamiento que parece querer limitar los embargos por impago, son ejemplos de la escasa vocación que hay de abrir los mercados y de optar, una vez más, por los controles de precios. La inflación es el problema más serio de nuestra economía y su contención no admite demora porque en una economía abierta, tarde o temprano, termina equivaliendo a desempleo.