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La estabilización de indicadores no perturba el sueño de Sharon

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«El ritmo de la respiración, la presión de la sangre y la temperatura del cuerpo de Ariel Sharon están en orden y son estables», informaba el último parte médico emitido anoche por el hospital Hadasa de Jerusalén en el que se encuentra ingresado el primer ministro israelí.

La información sobre el estado de Sharon escasea y ayer tras la finalización del shabbat, día de descanso semanal judío, los médicos del hospital continuaban enviando la misma misiva, «crítico pero estable».

En estos momentos, es precisamente esa estabilidad y normalidad de los indicadores básicos, características típicas de una persona que se encuentra en un coma profundo, lo que inquieta a los especialistas que le atienden.

Los médicos ya no tienen más que contar, sólo les queda esperar, y mientras, el primer ministro continúa dormido, profundamente dormido.

Once días después del ingreso de Sharon en el hospital, la carencia de información y el conocimiento de que uno de los mejores estrategas de la historia de Israel sigue sin recuperar la conciencia corrobora cada vez con mayor contundencia los rumores que se escuchan entre los ciudadanos: «Arik no despertará». Fue el pasado miércoles cuando los doctores que le atienden, en un intento de dar un paso hacia adelante para devolverle la conciencia a su paciente, comenzaron a reducir la cantidad de anestesia que se le estaba suministrando y con la que le habían inducido a un estado de coma.

Los mínimos movimientos en alguna de sus piernas o de sus brazos levantaron las más grandes oleadas de optimismo entre la población y, quién sabe, quizás también entre los médicos. Sin embargo, a pesar de esas «mejorías» Sharon continúa dormido.