RETABLOS FLAMENCOS

¿Pureza? (II)

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A nadie escapa que hay un alto grado de autodestrucción en el arte flamenco. Si le preguntas a un artista o aficionado, todo es malo (menos él y su familia y su pueblo, claro) y rápidamente surge esa inevitable frase: «Esto se lo cargan, esto se pierde». Las voces de alarmismo en la evolución del arte jondo han sido una constante. Allá a finales del XIX, cuando el flamenco estaba aún en plena fase embrionaria de muchos de sus conceptos actuales, el padre de los Machado, el nombradísimo Demófilo, ya advertía que «en-contrar una de esas viejas tonás costaba -por aquel entonces- un ojo de la cara». Fíjense y hablamos de 1882 o por ahí. Algo más tarde, en la Granada de 1922, un grupo de intelectuales, comandados por Fa-lla y García Lorca, entre otros, también quisieron salvaguardar «la pureza» de lo jondo con aquel nefasto concurso en los Jardines de Generalife. Y el cante no se ha acabado. Como cualquier manifestación artística se va moviendo con el signo de los tiempos, ya lo dijo el sabio: «La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma», aunque hay períodos más florecientes unos que otros, como es sabido.

En cierta ocasión le preguntaron a un extraordinario concertista flamenco, Rafael Riqueni, sobre la pureza del flamenco y sus mantenedores. El guitarrista comentó que, por lo general, suelen ser personas muy dedicadas a sus labores en peñas y concursos pero poco enriquecidas musicalmente. Se aferran a cuanto conocen y desearían que el flamenco fuera un fósil cuya piedra filosofal sólo fuera controlada por ellos. Pero la realidad es bien distinta y el sevillano convenció a todos con una anécdota que viene como el aceite a las espinacas. Resulta que se presentó a un prestigioso concurso de guitarra flamenca en Córdoba y su intervención fue tildada de demasiado moderna y algo ajena a los valores tradicionales de la pureza flamenca. Incluso fue descalificado. Unos 20 años después, aquella farruca que Riqueni tocó es hoy una de las piezas que evalúan a los guitarristas en el Conservatorio Superior de Guitarra Flamenca de la misma ciudad. Ya ven.

Y es que conceptos de purezas e impurezas en esto de lo humano llevan a aventuras que van hacia la nada. Buena parte de los terrorismos culturales llevan aparejada la palabreja. Ya comprobarán lo que le sucedió a Paco de Lucía...