LA PARIHUELA

Calle Nueva

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Aquí semanalmente nos ocupamos de asuntos cofrades, pero en esta ocasión vamos a hacer una excepción, aunque bien es verdad que nos referimos a este tema, al hilo de una cuestión que tiene preocupados a los cofrades: la calle Nueva. Los técnicos municipales y por encima de ellos el equipo de Gobierno, han aprovechado las obras de una de las más históricas y emblemáticas calles gaditanas para volver a evidenciar el respeto que tienen por las tradiciones de Cádiz, acervo cultural y rico patrimonio de cualquier pueblo, menos, al parecer, aquí donde, un fenómeno que se viene repitiendo desde hace cuatro siglos es poco más que una celebración incómoda, que como mal menor, hay que soportar. Contrasta esta actitud, tantas veces demostrada, con el tratamiento que en la enorme mayoría de las ciudades de Andalucía de los más diversos signos políticos se le dan a las hermandades, reconociéndole ese valor patrimonial, histórico y cultural de primera índole o las palabras de la alcaldesa al señalar que el municipio hace todo lo posible para la celebración de esta festividad, porque luego la realidad es que siembra de dificultades las calles por donde pasan las cofradías.

El que se mueva por el mundo cofrade ya hace tiempo que sabe qué puesto ocupa las hermandades para este Ayuntamiento, no nos coge de nuevas. Las procesiones pasaran por otro sitio, no habrá problemas, estamos acostumbrados a conformarnos con todo, pero es que desde el punto de vista de un gaditano sin más, me sorprende que el Ayuntamiento de forma caprichosa cambie la fisonomía de una vía con tanta significación histórica como es precisamente ésta, que ha perdurado desde su creación con el primer ensanche que vivió Cádiz, partiéndola en dos con farolas y arbolitos exponiendo argumentos estéticos, cuando precisamente lo más estético es colocarlos en dos tandas y dejar un pasillo central para que Nueva siga siendo lo que siempre fue.